La barriada de Puerta Blanca, con 9.000 metros cuadrados de zonas verdes, es una preciosa excentricidad en el urbanismo malagueño de la época
En los años 60, la zona donde hoy se levanta Puerta Blanca era un mar de cañas de azúcar próximo al carril que conducía al cortijo del Pato. La inmobiliaria Litos comenzó a levantar el barrio en 1966 y lo finalizó en el 72.
El barrio fue proyectado como una zona residencial, lo que explica las amplias avenidas, los 9.000 metros cuadrados de zonas verdes y los pisos de baja altura, una auténtica rareza en el desarrollo urbanístico de la época, especialmente en una zona como la Carretera de Cádiz, en donde se adoptaron los mismos índices de habitantes por metro cuadrado que el metro de Tokio en hora punta.
Y aunque pensada para acoger a una clase media en busca de una zona residencial, Puerta Blanca fue ocupada en su mayoría por vecinos de pueblos de la provincia como Antequera o Coín que acudían a Málaga en busca de una vida mejor, así como por emigrantes que regresaban a su tierra. El barrio llegó incluso a contar con verjas y guardas, hasta que la prosperidad se truncó cuando la promotora dejó muchos asuntos sin cumplir y los vecinos se organizaron a partir del 1977 creando una asociación.
No fue hasta el año 2002 que el Ayuntamiento se hizo cargo de los jardines, de esos 9.000 metros cuadrados de zonas verdes. Y hoy, en esta sección, tenemos que resaltar el espléndido estado en el que se encuentran, algo a lo que también contribuye la actitud cívica de la mayoría de vecinos del barrio, que cuidan de los jardines como si de una propiedad privada se trataran. Algo tendrá que ver los muchos años que los vecinos han estado manteniéndolos de su bolsillo.
Y ciertamente, los jardines son espectaculares y bien podrían convertirse, con la introducción de mayor variedad de especies, en ese primer paso para que Málaga sea una ciudad botánica, como ha propuesto esta semana en La Opinón el responsable de área económica y administrativa de La Concepción Pedro Ranea. El caso es que bien merecen que vecinos y colegios de otras zonas de nuestra ciudad los visiten.
Echen, por ejemplo, un vistazo a la calle dedicada a Rafael Cremades Navarrete, junto a la avenida de Gregorio Diego y disfrutarán de cuidados setos con formas de animales.
Pacíficos, macizos de lantanas en forma de setos circulares, falsos pimenteros, jacarandas, ficus, rosales y palmeras washingtonias que triplican la altura de los bloques –con nombres de flores y mosaicos alusivos– contribuyen a transformar Puerta Blanca en una gran parque y, por tanto, en un ejemplo a seguir.
Por todo el barrio, carteles de la asociación de vecinos piden que se se tenga cuidado con las zonas verdes. Sorprendentemente es uno de los pocos rincones de Málaga en donde hacen caso a la recomendación. Ya lo dice una placa vecinal muy cerca de la peña del barrio: «Entre jardines y flores, un cachito de mi tierra, Malaga de mis amores». Y no exageran.
Festival de cine español
Puede que algún día, el Goya y la Biznaga no sean una pareja imposible. De momento, es raro verlos juntos.