Mark Twain tiene un cuento sobre un sapo de carreras en el que este ejemplar, lejos de correr raudo a la meta, permanece en la línea de salida «clavado como una iglesia». Esta sensación de inamovilidad, de que no hay ya nada que lo desplace es la que nos proporciona la desdichada ristra de complejos espeteros instalados en la Malagueta.
Los responsables políticos de esta verdadera trastada a la imagen turística de Málaga se reunieron el pasado miércoles para demostrar que pueden limitar algo el daño producido. Uno de los dos forúnculos que hay en los tejados será eliminado y el segundo está por ver, pero lo mismo baja algo su hinchazón urbanística.
En estos días resultaba descorazonador ver cómo muchos de estos casetones estaban coronados por las banderas de España y Andalucía. ¿De verdad que había que celebrar su conclusión?, mejor le hubieran ido crespones negros. Debemos caer en la cuenta de que estos merenderos con pinta de refugio antiaéreo nos acompañarán, tirando por lo bajo, los próximos 30 años, pero nada nos asegura que los políticos del futuro serán más cuidadosos con el entorno y estarán más preparados, así que no es improbable que la desgracia se prolongue hasta el medio siglo. No lo verán estos ojos.
Un poco antes de llegar a los pisos de Cantó, en dirección al Centro, cuando La Malagueta inicia una suave curva, la sucesión de búnkeres absorbe todo el protagonismo de la playa. Junto a uno de ellos, triste paradoja, ha quedado arrinconada la roca conmemorativa de las obras de estabilización de las playas de la Malagueta y la Caleta, en 2010, con el nombre de la entonces ministra de Fomento Elena Espinosa. El propietario del merendero, por lo menos, ha acristalado lo que en otros negocios parecen la entrada a varios garajes.
La lección administrativa de esta fechoría burocrática es para echarse a temblar: toda la capacidad del Ayuntamiento y la Junta para preservar nuestras playas da como resultado estos siete murallones perfectamente legales, una vez se elimine uno de los casetones y se rebaje la chimenea. Estas dos administraciones, gobernadas por socialistas y populares respectivamente, nos han demostrado que no dan para más.
Así que este es el panorama: el sapo de Mark Twain lejos de salir corriendo o de convertirse en princesa no se va a mover de La Malagueta en 30 0 40 años. Genial.
El seguro del coche
La asociación de vecinos de Lagunillas, una de las primeras de Málaga en montar un servicio de reparto de comidas para familias necesitadas, continúa con apuros económicos. En esta ocasión su presidente, Curro López, informa de que la asociación no puede pagar el seguro de la furgoneta con la que recoge la comida donada por Bancosol y otras entidades, algo vital para continuar con su labor.
La asociación de vecinos cuenta con una página web, www.proyectovive.es, en la que los interesados pueden encontrar información.
Señor Alfonso, le noto a usted algo derrotado, y no debemos tirar tan pronto la toalla. Toda (lo de toda es un decir) Málaga debería estar ya paciente e inexorablemente movilizada (protestando por todas las vías y medios lícitos y posibles) contra la aberración, canallada e injusticia que implican estos 7 nuevos ‘chiringuitos’ de la malagueta.
Un saludo, y muchas gracias.