El puente de Juan Pablo II, que une la Cruz del Humilladero con la Carretera de Cádiz, en teoría se construyó para permitir el paso de los coches, pero estos escasean tanto, que muy pronto veremos a los peatones caminando por el centro, como se hacía en los antiguos carriles sin asfaltar en muchos barrios de Málaga.
Al pie de este puente, en la parte de la Cruz del Humilladero, comienza una de las pocas zonas verdes de este barrio tan castigado por un urbanismo demencial. Alguna vez hemos hablado de este parquecito junto al colegio Hans Christian Andersen, que antiguamente era un terrizo pegado a las vías del tren por el que los vecinos ya daban sus paseos.
Bajando la suave loma junto al puente nos encontramos con la primera novedad de estos días: dos viejos ficus que no han aguantado el trasplante y se han quedado resecos, estaban siendo pintados el pasado martes de varios colores, para, al menos, ofrecer un toque de alegría. Por lo menos así no acaban en una leñera. El pintor que acicala los ficus como si de una obra de Miró se tratara informa de que los árboles fueron trasplantados de la avenida de Europa. Javier Gutiérrez del Álamo, director de Parques y Jardines, precisa además que los dos ejemplares se perdieron durante las obras del metro.
Y dejamos atrás un hilera de cipreses y llegamos a la calle Poeta Muñoz Rojas, donde se encuentra el resto del parquecito, que en los últimos años ha tenido importantes mermas.
Así, desconectado del resto de la zona verde por lo que parece una estación eléctrica, se ha quedado una pérgola de las que tanto imperan en nuestra ciudad, es decir, sin plantas trepadoras encima, así que este conjunto parece, mismamente, una continuación del meollo eléctrico, eso sí, ataviado con ricas pintadas. Una de las más intrigantes reza «Farly» y es intrigante porque lo normal hubiera sido que el homenajeado se llamara «Fali» o «Faly», así que no sabemos si su apodo tiene alguna conexión con la farlopa.
Por cierto que en el muro de la estación eléctrica se puede leer un pensamiento nada profundo y que de hecho anima a actuar en la superficie cutánea: «Golpea con fuerza y endereza a los hijos de la extrema derecha»… prueba palpable de que los extremos se tocan.
El resto del parque cuenta con un césped que muchas veces parece haber salido un momento a un recado, y unos bancos de madera que, visto su aspecto, fueron los empleados por Búfalo Bill para practicar su número de lanzamiento de cuchillo.
En el centro de esta zona verde, junto a una completa zona infantil de juegos, siguen resistiendo con entereza varios ficus de raíces aéreas y una palmera. Y resisten frente a los mamíferos que hace unos años se empeñaron en quemarlos.
Y no sigan andando por este parque pues aquí concluye. Antes continuaba en un discreto paseo con más bancos acuchillados pero hoy se ha convertido en un aparcamiento asfaltado, sin duda necesario, pero que demuestra las paradojas de la Cruz de Humilladero, el barrio en el que Málaga volcó lo peor de sí para planificarlo como lo haría el enemigo. Mañana hablaremos de una zona contigua que se ha transformado en una peliculera sucursal del Bronx.