Si algo caracteriza a Miguel López Mateo es su tenacidad pero también su humanidad. Vayamos a lo primero: la tenacidad, valga la redundancia, es una constante en este malagueño, de familia de pescadores del Bulto y de buzos, que ha perseguido por toda Europa las cerca de 400 piezas que conforman su colección de instrumentos navales, dignos de asombrar al capitán Nemo.
Astrolabios, cuadernos de bitácora, girocompases, trajes de buzo del XIX, telégrafos, ruedas de timón, maquetas, anclas romanas y poleas árabes… estas piezas, en fastuoso estado de revista, nos permiten viajar por mares y siglos lejanos.
Por fin, después de largos años de espera, hay un espacio para que los malagueños puedan admirar parte de sus piezas: el Palmeral de las Sorpresas, y en concreto la nueva sede del Aula del Mar. Desde el pasado mes de diciembre hay un rincón con una pequeña selección de estos tesoros, además de un perfil que recuerda su singladura vital, dedicada siempre al mar.
Y junto a la tenacidad, otra característica de Miguel es su humanidad. En los tiempos en que conservaba su colección en un garaje adaptado de su chalé, recibía a los visitantes con afecto sincero y a los pocos minutos ya se sentían como en casa.
Mucho ha batallado este malagueño, compendio de bondad y conocimientos marinos a partes iguales, para ver su colección expuesta en la calle, por eso hay que darle muchos ánimos, y también felicitarle, ahora que acaba de superar con éxito un bache de salud.
Y como muchos marineros de las novelas de Conrad, sigue soñando con nuevos puertos en los que anclar sus metas. Por eso, aguarda la prometida visita del consejero de Cultura de la Junta, Luciano Alonso, para trasladarle el deseo de que la colección pueda verse completa a pocos metros del Aula del Mar, en el nuevo espacio expositivo de la Junta del Palmeral de las Sorpresas.
La verdad es que la colección de Miguel López Mateo lleva bregando desde hace casi una década por las tortuosas aguas de la política, recibiendo promesas de representantes públicos que se las lleva la corriente.
La ciudad no debería dejar escapar esta oportunidad. Estamos hablando de 60 años recopilando una muestra de primer orden de instrumentos navales que merecerían un sitio destacado en la nueva zona del puerto, o en ese futurible Museo Marítimo de Málaga.
En fin, auténticas travesías burocráticas en alta mar mientras Miguel sigue en cubierta capeando temporales, ya sean los administrativos o como en este caso, los de la salud. Mucho ánimo querido Miguel y a seguir adelante con tus sueños.
Ambulancias
Ayer, una japonesa que viajaba en la línea del aeropuerto de la EMT no pudo aguantar las risas cuando vio una ambulancia pasar a la altura de la parroquia de Huelin. Con su compañero comenzó a imitar la sirena («pi-po-pi-po») que para ella emitía un sonido demasiado exótico. ¿Cómo suenan en Japón?