De las peinetas, pilonas y otros palabros de éxito

26 Feb

La semana pasada hablamos de los errores en cadena que los medios de comunicación nos encargamos de expandir a los cuatro vientos.

Fue el caso de esa confusión en rueda de prensa con la que nos obsequió hace unos años el entonces entrenador de la selección española de fútbol, Luis Aragonés. El Sabio de Hortaleza, que al parecer, también es lexicógrafo, se olvidó en casa la sapiencia para explicar a los periodistas que había hecho «la peineta», un gesto muy poco deportivo, cuando en realidad quiso decir que había hecho «la peseta».

A partir de este error, cada vez que un famoso ha extendido el dedo índice en público son legión los medios de comunicación que repiten la cantinela: «Fulanito hizo la peineta», cayendo una y otra vez en la metedura de pata de Luis Aragonés.

A nivel local, llevamos años con un ejemplo parecido, que nació de una confusión del entonces concejal de Urbanismo Juan Ramón Casero, también en rueda de prensa. Fue Casero el responsable de instalar los bolardos que limitan el tráfico en el Centro Histórico y también quien hizo bautizar estos aparatos con el nombre de «pilonas», en femenino.

Se trata de una innovación lexicográfica, puesto que esta palabra no existe en español y no la recoge la Real Academia de la Lengua. Sí existe, desde tiempo inmemorial, el «pilón», en masculino, y de hecho, el límite natural entre los barrios de Pedregalejo y el Valle de los Galanes es el hoy cubierto arroyo de los Pilones.

Por eso, llama la atención que tantos medios en Málaga hayan dado publicidad a este palabro de la autoridad municipal, proclamando a los cuatros vientos eso de «las pilonas» del Centro.

Pero es que ni siquiera la palabra «pilón» define con exactitud un artefacto que según la RAE es un «poste de hierro colado u otro material hincado en el suelo y destinado a impedir el paso o el aparcamiento de vehículos». El diccionario reserva esta definición para el «bolardo», que es la palabra que faltaba.

Así pues, el Ayuntamiento ha decidido desterrar los bolardos del Centro y no «pilona» alguna, lo que evitará un cuantioso reguero de averías, no sólo automovilísticas, sino también humanas, porque esos bolardos que surgen del centro de la Tierra no todo peatón se los espera.

Si la RAE describe estos topes para el tráfico como bolardos, el riesgo es que nuestros políticos, en la próxima rueda de prensa los rebauticen como «bolardas». Es un riesgo que tendremos que correr.

Regeneración

El diputado de IU por Málaga Alberto Garzón, que es uno de los pocos que se gana el sueldo en cuanto a intervenciones públicas se refiere, habló ayer en la radio pública de su deseo de regenerar y democratizar la vida pública española, loable deseo que quedó bastante deslucido cuando, al preguntarle por la situación en Cuba, sólo destacó los logros sociales y educativos, sin mencionar la falta de libertad.

Para muchos políticos españoles las dictaduras de izquierdas son políticamente correctas. Con semejante visión del mundo, también ellos necesitan regenerarse.

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