La memoria es muy débil cuando se trata de recordar periódicos desaparecidos de nuestra ciudad. El diario Sol de España, sin ir más lejos, fue durante 15 años el periódico de la apertura y la Transición en Málaga, el primero en traer los aires democráticos a nuestra ciudad y el primero que informó a los malagueños de noticias tan trascendentales como la muerte de Franco.
De Diario 16 Málaga pocos se acuerdan que fue el periódico que, hace 20 años, cuando otros medios de comunicación se centraban en recalcar lo segura y bonita que estaba Marbella, ya se dedicaba a investigar y denunciar las hazañas de su alcalde, Jesús Gil, inaugurando una triste saga sobre tropelías urbanísticas en la provincia.
Algo parecido le ha ocurrido a La Unión Mercantil y su hermana, el semanario La Unión Ilustrada. Pese a haber acompañado a los malagueños durante medio siglo y a convertirse en el diario más importante de Andalucía, su huella ha quedado borrada casi por completo. Contribuyó a ese olvido no sólo la Guerra Civil, que acabó para siempre con el diario, sino también la cadena de desgracias que se cernió sobre la familia propietaria, los Creixell.
Atentados anarquistas a primeros del siglo XX, la quema del periódico en mayo del 31, el saqueo y destrucción de otros negocios familiares y un segundo incendio del diario en febrero del 36 darían la puntilla a la prestigiosa publicación, sin olvidar el incendio que en 1953 acabó con la droguería y ferretería Casa Creixell.
Al acoso y grandes daños materiales hay que sumar el asesinato del director del periódico, Antonio Creixell, hijo del fundador de La Unión Mercantil, así como de sus tres hijos adolescentes, además de su hermano Ángel.
No es extraño que cuando el autor de estas líneas escribió recientemente la historia de 20 familias malagueñas, los Creixell aparecieran en el libro gracias a una rocambolesca casualidad: estaba en venta por internet el álbum de una familia malagueña, sin determinar, y adquirido este, resultaron ser los Creixell. La memoria familiar vagaba por la red ante la falta de descendientes en Málaga.
A partir de ahí, la búsqueda de la familia, para incorporarla al libro, tuvo que ceñirse a los archivos y hemerotecas. Los Creixell supervivientes habían dejado la capital con motivos sobrados y poco se sabía de ellos.
La publicación de esta obra ha hecho posible que hace unos días, se pusiera en contacto con el firmante una descendiente de esta saga de periodistas, Olga Creixell, quien explicó que los miembros de esta familia están repartidos entre Madrid y el País Vasco, pero que su padre, fallecido hace veinte años, recordaba con mucho cariño nuestra ciudad. Según confirma, esta rama desciende del único hermano no asesinado en la Guerra Civil, hijo del fundador de este emporio.
Aunque el Archivo Municipal de Málaga conserva las fotos originales, ha sido muy fácil enviar a estos familiares las fotos digitalizadas que creían perdidas en las nieblas del tiempo. Padecieron los Creixell esa España «a sangre y fuego» de la que habla Chaves Nogales. Y ayer, un pequeño libro acercó a los hijos y nietos de ese superviviente de la tragedia a la ciudad en la que los Creixell crearon un periódico digno de recuerdo.
Señor Vázquez, el olvido forma parte de nuestra identidad, sobre todo si por el desconocimiento de nuestro pasado reciente ni tan siquiera hace falta el desdén; algo de eso nos pasa. Me imagino cuántos Bárcenas hubo, salvada la distancia cronológica de esos años y esos periódicos que cita, y que en su momento eran realidades pintiparadas a las sagas que hogaño tintan de veneno la rotativa impresa y virtual de nuestro tiempo. Seguramente, esos medios extintos eran testimonio del virus de hoy, de la pandemia de corrupción que asola por doquier. Que tenían censura previa, pues casi seguro; pero que también colaban verdades sin amaños, no dudo que algunas dormirán en las hemerotecas de la Historia. La Guerra Civil, las quemas, los saqueos, las desgracias familiares y otras tragedias, a lo mejor no son más que el prólogo que hoy nos convoca, mucho más refinado e hipotenso.
Interesante reportaje. Recuerdo, además, al Diario Málaga-Costa del Sol. Y a La Gaceta de Málaga. Sería interesante, a toro pasado, que alguien nos contara qué fue de aquello, ahora que el tiempo cura las heridas y evita las demandas. Saludos desde Camboya.
Tiene usted razón don Joaquín, habría que hablar también algún día del Diario Málaga-Costa del Sol y de La Gaceta de Málaga, un periódico este de corta vida pero que estaba hecho con mucha imaginación y que dio a conocer al gran dibujante Ángel Idígoras. Saludos cordiales