Constituye un misterio tan inaprensible como el bosón de Higgs el que, de ese famoso triángulo industrial de la Málaga del XIX, sólo dos de las tres familias protagonistas tengan un sitio de honor en nuestro callejero.
Es el caso de la avenida de Manuel Agustín Heredia y la calle del Marqués de Larios aunque el homenajeado en cuestión no fuera el verdadero autor de la fortuna familiar. Sin embargo, para localizar a la tercera familia en concordia, personalizada en Jorge Loring, hay que irse a Gamarra, así que extraña que alguien como el dueño de La Concepción y uno de los promotores del ferrocarril y el Banco de Málaga no tenga una calle más importante y céntrica.
Y aunque el callejero se ha portado regular con este industrial de Boston, eso no quita para que la modesta calle Jorge Loring no sea una de las más bonitas de Gamarra porque en su camino hacia la avenida de la Purísima pasa por tres placitas de los bloques que dan a Eugenio Gross y que encontramos en el centro y los extremos de Gamarra, estos, el grupo de Nuestra Señora del Carmen y Nuestra Señora del Pilar, fueron construidos en 1945.
La primera placita, aunque en parte es un aparcamiento, cuenta con un bonito parque infantil y un ficus al que la poda lo ha dejado como una biznaga. En cuanto el paseante entra en el parque, una turbamulta de palomas levanta el vuelo y se posa en las ventanas de los bloques blancos.
La segunda plaza, a la altura de la calle Carlos Falguera, tiene la misma disposición, aunque las palomas no sean las mismas, con el añadido de una caseta de la luz en al que un tal Álvaro protagoniza la mayoría de las pintadas.
La tercera plaza, que da a la calle Eugenio Rioboo está formada por las ocho pistas de petanca, muy cuidadas, del Club Petanca Costa del Sol, y que está años luz de otras pistas de Málaga que comienzan con mucho empuje y terminan siendo usadas de improvisado pipicán, eufemismo que oculta todo cagaero controlado.
Se funde esta calle con la hilera de viejos plátanos orientales de la avenida de la Purísima y un bulevar en el que el tibio sol de enero hace de las suyas, así que, aunque Jorge Loring no está en el lugar que le corresponde si lo comparamos con los otros dos vértices del triángulo, sí está en un rincón de Málaga que no sólo no desmerece sino que es muy recomendable de visitar.
Las siete plagas
¿Se imaginan la Alameda Principal abierta en canal?, vino a decirnos la semana pasada Elena Cortés, la consejera de Fomento de la Junta. Su tono era el de alguien que descubría por vez primera a su auditorio las siete plagas de Egipto.
Pues claro que nos lo imaginamos, habría que contestarle. De hecho, llevamos muchos años con esa imagen en la cabeza, porque era lo que la Junta había previsto para el metro por esta parte de Málaga hasta un sorprendente cambio de tercio que hipotecará las infraestructuras a medio plazo. Menos lobos.