El soterramiento y otros bártulos por la Alameda

17 Ene

De los escándalos, de los asuntos turbios que sus principales responsables estaban muy interesados en olvidar se decía que se encontraban «soterrados». El verbo soterrar, de hecho, también significa esconder u ocultar una cosa de tal manera que no aparezca.

Desde que el Metro de Málaga comenzó su lentísima andadura (recuerden que parte de él iba a inaugurarse el 11-11-11), los políticos han abrazado con pasión esta palabra, por su aire refinado y enigmático, de ahí que al usarla con tanta insistencia, les otorgue un innegable aire de técnico preparado y al mismo tiempo alejado del vulgo que emplea palabras mucho más vulgares, (valga la redundancia).

Porque nuestros representantes, de haberse querido acercar simbólicamente a ese gentío al que estrechan la mano en elecciones, podían haber hablado de que este o el otro tramo son «subterráneos» o que van «bajo tierra», pero no caerá esa breva.

En líneas generales, un político malagueño, antes de expresarse con claridad, prefiere darse de baja de su partido, así que es algo que nunca ocurrirá porque la mayoría se agarra como un clavo ardiendo a los cargos.

De momento, las aguas subterráneas no se han vuelto aguas soterradas, pero dejen que nuestro alcalde, el director del Metro o algún consejero suelte el palabro y el resto de la claque lo repetirá entusiasmado.

El caso es que las históricas desavenencias entre la Junta y el Ayuntamiento –en bastantes ocasiones una pose teatrera para desgastar al rival político– han salido a la superficie para dilucidar qué hacer con el metro en el tramo que va del Guadalmedina a la Malagueta. ¿Los vagones surcarán la Alameda Principal o se «soterrarán»?

La Consejería de Fomento, en un súbito cambio de tercio, propone ahora peatonalizar buena parte de la Alameda y que el metro vaya al aire. El fundamento de esta propuesta, que trastoca lo acordado hace diez años, es el vil metal o más bien la ausencia de él. La Junta está tiesa y esta solución abarataría los costes.

El Ayuntamiento, por contra, quiere que el metro siga lo planificado y que vaya por el subsuelo. Es decir, por debajo.

Como ustedes comprenderán, opiniones hay tantas como nubes en París, así que aquí va el nubarrón de un servidor, que es tan válido como el de cualquiera y que, claramente, coincide con la opinión de Francisco de la Torre.

Porque la alternativa de la Junta es un apaño en tiempos de crisis que trastoca el proyecto inicial. Y no estamos hablando de una infraestructura cualquiera. La crisis algún día pasará, así que para algo tan serio como el metro es necesario pensar a largo plazo.

Es incluso preferible esperar a que haya dinero antes de adoptar esta vía improvisada, sustentada en que no hay un duro. Tiene razón el concejal de Tráfico Raúl López cuando recuerda que el metro debe contemplar actuaciones futuras como la llegada del Cercanías a la plaza de la Marina e incluso a Vélez en un futuro lejano. Sin duda, la mejor opción es que vaya bajo tierra, e incluso si me apuran, soterrado.

Una respuesta a «El soterramiento y otros bártulos por la Alameda»

  1. Un metro en superficie es un tranvía o similar, ¿No es así? Un metro es otra cosa, no un tranvía, ¿No es verdad?

    ¿Vamos a tener que padecer a la señora consejera mucho más tiempo? ¿Qué más necesita un Presidente para cesar a una consejero, o consejero?

    Un saludo, y muchas gracias, señor Alfonso.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.