La despedida de las fiestas navideñas ha dado la bienvenida a una riada de paseantes que se estrena estos días tanto en el paseo marítimo Pablo Ruiz Picasso como en los del Palo, Pedregalejo, Antonio Machado, Antonio Banderas y ese camino con bancos y plantas que une la glorieta del PTA (dedicada al primer presidente de la preautonomía andaluza, Plácido Fernández Viagas) con Santa Rosalía y Maqueda.
Estos dos últimos paseos, por cierto, son conocidos como los del colesterol, porque están prescritos por actuar contra las grasas saturadas.
También los dos extremos de Málaga, el paseo de los Canadienses y el de Guadalmar, han registrado un número considerablemente alto de nuevas incorporaciones.
Por cierto que el paseo de Guadalmar está dedicado a Abel Sánchez, el personaje de la novela del mismo título de Unamuno. Llama la atención cómo un escenario tan idílico –una urbanización de chalés, con el Guadalhorce al lado y el mar enfrente– tiene una calle-paseo marítimo dedicada a un personaje tan tormentoso. Misterios del callejero.
La novedad en este invierno, tanto en Guadalmar como en la Malagueta y la Caleta, son los nuevos chiringuitos que se están levantando, y que tendrán aires modernos, minimalistas y casi ibicencos.
Por cierto que en los últimos años ha ido perdiendo terreno la palabra tradicional para describir estos sitios –merendero– que finalmente se quedó para referirse a los merenderos tradicionales como Antonio Martín y Casa Pedro. No sabemos si el hit-parade El chiringuito, de Giorgie Dann, ha tenido algo que ver en este proceso de exilio lingüístico del merendero.
En cualquier caso, se llamen como se llamen, quedan para la historia los chambaos de caña, con un inenarrable subsuelo en el que a veces se acumulaban restos de consideración arqueológica. Los nuevos chiringuitos o merenderos darán un nuevo aire a estas dos zonas de Málaga, que se pondrán a tono con los paseos marítimos de Huelin y la Misericordia, que cuentan con instalaciones bonitas y originales.
También se pondrán a tono con los usuarios, muchos de los cuales, como hemos visto, pretenden realizar el Camino de Santiago sin moverse del litoral de Málaga. Pasaron ya los tiempos en los que los malagueños que se atrevían a hacer deporte por las calles de la ciudad a finales de los años 50 eran considerados majarones sin remisión.
Ahora el raro es el que no aprovecha los paseos marítimos para ponerse en forma y bajar esos kilos que han trepado hasta nuestro abdomen y otras partes del cuerpo en las pasadas fiestas.
El cerro naranja
En el parque dedicado a Alberto Suárez Pipi, en El Palo, encontramos en una de las esquinas un cerro casi cubierto por entero de aloes, que le dan un aspecto de lo más exótico, por esas crestas de un rojo anaranjado que recuerda a una planta que ahora en enero está en plena floración: la bignonia.
Construir un chiringuito (con sus correspondientes metros de terraza y demás equipamiento, ocupando más playa aún y, paseo de playa por donde cada vez se corre [correr habitualmente por la acera está contraindicado por la medicina] o anda con mayor dificultad) cada 75, 100, 150 o 200 metros lineales de playa, en mi opinión, es una aberración urbanística homologable a la de los mejores tiempos de burbuja inmobiliaria.
Un saludo, señor Alfonso.