El que una administración derribe unos edificios que una parte de la ciudad quiere proteger, aprovechando las fiestas navideñas, se corresponde en la vida real con los agravantes penales de nocturnidad y alevosía.
En el caso que nos ocupa, la demolición de tapadillo de los pabellones militares del antiguo convento y cuartel de la Trinidad es un simbólico corte de mangas de la Junta de Andalucía a los más de 200 colectivos que pedían que estos edificios del pasado militar no se tiraran.
Cierto que no siempre la mayoría tiene la razón: ahí tenemos a los marbellíes, que durante una década se empeñaron en votar al candidato a alcalde más destructivo y botarate, sin olvidar a los de siempre, a los alemanes del 33, que optaron directamente por un futuro asesino de masas.
Lo del corte de mangas, lo del ninguneo a los vecinos viene por el incumplimiento de dos promesas de la administración autonómica, formuladas por el anterior delegado, Manuel García.
En primer lugar, estos más de 200 colectivos, reunidos en la Plataforma en Defensa del Cuartel de la Trinidad, iban a tener una reunión con el consejero de Cultura de la Junta, reunión que nunca se produjo. En segundo lugar, el delegado dejó abierta la puerta para algún tipo de uso para estos pabellones, con independencia de que los informes y el juzgado negaran valor arquitectónico a las construcciones, asegura la plataforma.
La actual delegada de Cultura, Patricia Alba, señaló a este diario que la orden vino de Sevilla, así que Málaga no tuvo nada que ver. Habría que averiguar por tanto qué obtuso jefezuelo dio esta orden de arrasar como Atila con todo lo que rodea el convento de la Trinidad, sin reunión previa, sin aviso a los colectivos ni gaitas.
Como muy bien recordó la semana pasada el responsable de esta plataforma, Salvador Jiménez, imperó el «ordeno y mando», un guiño bastante chusco a los 120 años de historia cuartelera de este espacio (de 1853 a 1974).
La gran torpeza de esta decisión, aparte de que se ejecutara camuflada en las navidades para que no se armara mucho revuelo, es que la Junta podía haber salido bastante mejor parada. Su sensibilidad ciudadana se limitó a ordenar parar las demoliciones en vísperas de las elecciones al Parlamento de Andalucía y poco más.
Si la plataforma pedía que se mantuviera de alguna forma el pasado militar del antiguo cuartel de la Trinidad, por el que habían pasado decenas de miles de malagueños, mientras la Junta sostenía que los pabellones no tenía valor y quitaban visibilidad al convento, bien podía haber comunicado el derribo del pabellón principal, el de la Calzada de la Trinidad, y haber dejado en pie, por lo menos y de forma testimonial, los otros dos, minúsculos y de los años 20, que se encontraban en una esquina del convento sin estorbar.
Así que el corte de mangas ha sido completo cuando no había necesidad alguna. Mis condolencias a la administración autonómica por hacer las cosas premeditadamente mal y con la sensibilidad ciudadana en la punta del zapato.
Magnífico tu artículo, Alfonso. Y magnífica esa defensa de lo común y comunitario, de lo cultural y de los histórico, que se hace desde tus «crónicas de a pie de calle» como desde este ejemplar diario que es La Opinión de Málaga. Como muchas veces te he comentado y te repito ahora, la ciudad está en deuda con vosotros. Y de paso, un servidor que esto escribe y firma, también lo está. Por muchas razones, como en cuanto pueda haré constar como se debe : por escrito.
Gracias, Alfonso. Algún día esta ciudad reconocerá más aún todo lo que es de justo reconocimiento.
Un cordial saludo, buen amigo.
El Defensor del Pueblo Andaluz acaba de abrir expediente 12/7177 dirigido contra la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía por falta de transparencia.
Buena noticia es la suya, señor Anton Ozomek. Y es cosa de alegrarse que el Defensor del Pueblo Andaluz actúe como se debe actuar. Lo malo del caso, (y hablo por experiencia propia), es que las decisiones del Defensor del Pueblo no son vinculantes para la Administración, con lo que si en algo la Junta ha cometido desafuero o incluso delito (si lo derribado en el barrio de la Trinidad tuviera algún tipo de protección legal por ser de valor histórico…etc.) todo queda en un pronto olvidado «tirón de orejas». Mas con todo, como le digo, es buena su noticia : moralmente, esos vecinos y esos colectivos que trataban de defender algo que sentían como propio y señero para ellos, (¡y para esta ciudad, que también!), son reconocidos como ajustados a ley. El «vencido» queda con más dignidad que el «¿vencedor?»…
Muchas gracias Manuel (permítame tutearle y permítase la reciprocidad por favor), fue una casualidad que unos minutos antes de leer la excelente reflexión de Alfonso había visto una noticia en otro medio, que se refería a esta actuación que el DPA ha abierto de oficio tras las numerosas quejas acumuladas durante los últimos años, presentadas por ciudadanos de toda Andalucía a causa de la impotencia de chocar una y otra vez contra el muro de hormigón en que se ha convertido una Consejería de Cultura que debería estar para servir a los ciudadanos pero que ya sabemos que sirve solo a otros intereses menos, digamos, generales. Saludos.
Gracias, muchas gracias, Anton. Por supuesto que tienen que cambiar muchas cosas en este país. Y no sólo en esa Consejería. Cambiarán, como lo veremos, cambiarán : no queda otra, sino ese cambio real o una debacle absoluta, me parece.
¡Claro que sí : el tú es lo que aquí mejor procede!
Cordiales saludos desde este magnífico foro, Anton.