Hace ahora un año, el Archivo Municipal acogió una exposición que provocó que los visitantes, más que de piedra, se quedaran de plastilina.
Se trataba de un recorrido por la Historia de la Humanidad a través de 20 magistrales escenas que recorrían los siglos, desde el hombre prehistórico hasta el astronauta, un encargo de la Fundación Educa al colectivo Plastiart, formado por unos artesanos de la plastilina que no tienen nada que envidiar a los estudios británicos Aardman, los creadores de las películas de Wallace y Gromit.
De hecho, los personajes de este colectivo recuerdan mucho en sus rasgos a los de los estudios cinematográficos ingleses, con un particularidad muy marcada: su gusto por los detalles, incluso los más minúsculos.
Todo esto podemos verlo en la segunda entrega de la Fundación Educa, esta vez más acorde con la Navidad, porque se trata de un Belén que está compitiendo en colas de espera con el del Ayuntamiento.
Este pasado miércoles, por ejemplo, a media mañana, la cola comenzaba fuera del Archivo, ya en la Alameda Principal.
El Nacimiento resultante está formado por 220 figuras, en una aldea de Belén bastante llana, que nada tiene que ver con muchos belenes de los últimos tiempos, que parecen reproducir, más que Palestina, los rincones más abruptos de los Cárpatos.
Lo único que no es de plastilina de las completas figuras es una estructura metálica interior que evitan que se descuajaringuen. El resto es pura paciencia y detalle, como el que disfrutamos al contemplar el lujo asiático de los tres Reyes Magos y sus sirvientes, en especial el Rey Baltasar, que en su marcha en camello hacia el portal de Belén es aliviado de los calores ingentes gracias a la fastuosa pluma gigante que agita un esclavo.
En este Belén Monumental de Palestina, que así se llama, abundan los oficios tradicionales, vendedores de especies, artesanos tintoreros listos para colorear los tejidos, queseros, carniceros, alfareros y pescaderos que comparten su mercancía, muy a su pesar, con gatos glotones.
Al juego de luces tan conseguido hay que sumarle los pequeños detalles de este escenario: Herodes, solitario y maligno en su castillo atalaya, una mula y un buey que no se los salta un galgo, palomares o el trío de ángelitos rumbosos en lo alto del portal de Belén, con un Niño Jesús feliz e igualmente rumboso.
En su mayoría, figuras espigadas, casi quijotescas, con unos ragos que en cada personaje son un verdadero poema. En resumen, un Belén para verlo y disfrutarlo con calma y que hasta este sábado 5 puede visitarse de 11 a 14 horas y de 17 a 20 horas.
Cabina cubista
Hace unos días hablábamos de los restos despiezados de una cabina telefónica en la Alameda Principal. Otra cabina en el mismo estado de descomposión es la que se encuentra en el cogollo turístico picassiano, en la calle Granada y frente a la iglesia picassiana. Una cabina cubista que bien podía arreglarla Telefónica un año de estos.