El inesperado éxito del mariscal Radetzky

2 Ene

Hace unos días, un locutor de Radio Clásica destacaba que en la actualidad musical de ese día en España apenas había nada que reseñar ante la avalancha de «simulacros» del Concierto de Año Nuevo de Viena por todo el país. Ya saben, el consabido final con la marcha Radetzky, con las bromas del director de orquesta y los aplausos rítmicos del respetable.

Tiene razón. Ese fenómeno del que ayer, 1 de enero, pudimos ver y escuchar la versión original austriaca en televisión, se repite en la mayoría de los conciertos navideños, también en Málaga.

Sin duda, estamos ante una prueba más de la globalización pero mira por dónde, la famosa globalización consiste en su inmensa mayoría en compartir y adoptar las modas de un único país del globo, Estados Unidos, así que tampoco está tan mal que medio mundo copie lo que hace un país centroeuropeo la mañana del primer día del año. Y no es dormir la mona y curarse la cogorza de la noche anterior (para resacas de película, véase la intensa producción norteamericana Resacón en Las Vegas y siguientes), sino acudir con pocas ojeras a un precioso concierto de música clásica, con dominio casi absoluto de los valses.

No está tan mal que se ponga de moda, aunque sea sólo durante unas horas, la familia Strauss y que se recuerde al mariscal Joseph Radetzky con aplausos y coñas del director.

En esta misma sección un servidor ya recogió las impresiones del estupendo concierto navideño de la Banda Juvenil de Música de la Cruz del Humilladero hace un par de semanas.

El concierto incluyó, faltaría más, la marcha Radetzky, y fue una gozada ver seguir el ritmo con los aplausos de todo el polideportivo del instituto Ben Gabirol, incluido nuestro alcalde, quien, frecuentemente abducido como otros políticos malagueños por las prestaciones de los teléfonos móviles, dejó de consultarlo durante toda esta intensa pieza y pareció disfrutar a lo grande de la desconexión.

Otro agradable fenómeno de la globalización, al menos desde hace medio siglo, eran los saltos de esquí de Garmisch, un pueblecito alemán de Baviera pegado a Austria y que en la mañana del 1 de enero nos habían acompañado en España desde hace medio siglo (los saltos de esquí se retransmitieron por vez primera en nuestro país en 1962) hasta 2010. Hay que lamentar que TVE un año más haya dejado a sus espectadores sin este precioso rito deportivo de iniciación del año.

En fin, que en esta Europa en la que cada país intenta barrer para su casa, bienvenida sea la globalización europea aunque sea con estas simbólicas pinceladas de cultura y deporte para comenzar el año. Que hay vida más allá de nuestro anecdótico lugar de nacimiento y que formamos parte de un mundo mucho más grande es algo que cada 1 de enero podemos intuir.

Cacas seculares

A pesar de la crisis y del paso incesante de las modas, las cacas de plástico (inodoras) siguen triunfando como objetos de broma en los puestos navideños del Paseo del Parque. Feliz 2013.

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