Usted, que en un impulso de irracionalidad está leyendo estas líneas, también sueña con que hoy le toque el Gordo; con estar entre esas criaturitas afortunadas que a las puertas de las administraciones, en peluquerías y tiendas se ponen a gritar y a ponerse perdidas con cava.
Pocos malagueños se sustraen hoy a a soñar con un futuro mejor, en el que el único sudor que salga de su frente sea el de la sauna y si hay que doblar los riñones, porque hay que apuntar bien con el palito del golf.
Y nos llegan imágenes casi oníricas que avalan, también en sueños, que algo gordo va a pasar en Málaga. De hecho, si echamos la vista atrás podemos recordar que en mayo de este año técnicos municipales de Patrimonio rescataron del olvido cinco polvorientos bombos que dormían el sueño de los justos en la torre del reloj del Ayuntamiento.
Dos de los bombos contenían cientos de bolitas de madera y en su interior, papelitos con números, con una letra de primeros de siglo, lo que a la responsable del Patrimonio Municipal, Fanny de Carranza, le llevó a estimar que se trataba de bombos para el sorteo de quintos.
Y si este presagio lotero les parece débil, todavía queda la justicia cósmica, porque, para injusticias, la del Gordo de 1951, que cayó en Málaga pero en realidad no tocó.
La historia es pura desgracia: la serie enterita se vendió en la administración número 5, el Gato Negro, pero la compró una sola persona, Eugenio Ruiz, hermano mayor de la Soledad de San Pablo. El problema es que don Eugenio era también jefe provincial del Sindicato de Alimentación y esta serie la repartió enterita entre los Sindicatos de Alimentación de Huesca y Las Palmas. Errónea distribución.
Y evoquemos como digno habitante del Olimpo de los majarones insignes a don Emilio, un malagueño que hace muchas décadas predijo que el primer premio de la Lotería de Navidad sería el 22.450 y caería en Madrid. Un adivino que, precisó, no utilizaba cartas, ni oráculos, pura capacidad mental. La predicción disparó las ventas del número.
Don Emilio explicó que las dotes adivinatorias le llegaron durante un sorteo de la Cofradía del Cautivo, cuando presintió que le tocarían mil pesetas y así sucedió.
Este malagueño que oteaba el futuro sólo pedía a sus compañeros de oficina que cuando les tocara el Gordo, le regalaran un reloj con la siguiente inscripción: «Tus compañeros, agradecidos».
Lástima que, como suele suceder en este tipo de sucesos majaras, el premio no tocara ni por asomo.
El recién nacido
Aunque se haya perdido el elemento sorpresa del año pasado, el Belén de la Catedral sigue siendo una magnífica forma de conocer las tallas de la Semana Santa de Málaga. Pero también hay otras obras como la del imaginero Juan Vega, que ha realizado un Niño Jesús que, llegado con su familia a Nazaret, duerme con la placidez y naturalidad de un recién nacido de carne y hueso. Precioso.