Balance maya de hechos y desechos en Málaga capital

21 Dic

Antes que nada, un servidor debe pedir humildemente perdón porque hoy, viernes 21 de diciembre de 2012, se suma a la gruesa columna de columnistas que hablará del fin del mundo. En efecto, uno más dando la tabarra con los mayas.

Y mira que hay cosas de las que hablar. Sin ir más lejos, algunos científicos aseguran haber descubierto vida inteligente en este planeta. Sería un soplo de esperanza para esa masa de electores que, desde hace años, contempla desanimada cómo los más torpones de la clase alcanzan las más altas cotas de poder, llámense presidencias del Gobierno, de la Generalitat o de las repúblicas bolivarianas, sin olvidar al zangolotino de Corea del Norte.

Lástima que el fin de año maya llegue sin que se haya implantado, al menos en España, un examen de ingreso en la carrera política que incluya pruebas de expresión oral y escrita, idiomas, cultura general y Derecho Administrativo, excluyendo a todos aquellos que no hayan trabajado al menos un par de años en la empresa privada o en la administración con oposiciones, así como a quienes emplean la expresión francesa «poner en valor».

Y llega este día sin que la Catedral de Málaga se haya terminado. Y mira que ha habido tiempo desde finales del XVIII. Además, no será por falta de materiales: durante el boom de la construcción hemos tenido piedras y mármoles como para enterrar las pirámides. Pues ni por esas.

También nos quedarán pendientes el desvío del Guadalmedina y el saneamiento integral de la Costa del Sol, otros dos temas clásicos –de máxima urgencia– que confirman que cuando los políticos malagueños se lo proponen se quedan más quietos que la Colegiata de Antequera.

Para compensar esta paralís de las conciencias oficiales, si el fin de año maya llega y nos tomamos las uvas del explotío sideral, Málaga se marchará sin el hotel de diez plantas en Hoyo de Esparteros, uno de los horrores inmobiliarios que a Dante se le olvidó incluir en su Infierno. Algo es algo.

Pero no teman, majaronadas seculares y milenaristas las ha habido siempre. Ahí tienen el famoso episodio de los iluminados de Tolox. Un grupo de toloxeños, capitaneados por un mesías descerebrado, creyó que un buen día de la primavera de 1886 se acababa el mundo, así que quemaron sus posesiones y estuvieron un tiempo correteando en pelotas por el campo, como criaturas mitológicas.

Al final ya saben lo que pasó: absolutamente nada. El calendario siguió corriendo sin problemas y este grupo de alucinados recibió el honorable apodo de los encuerichi. Sin saberlo, habían constituido la primera sociedad nudista de Europa Occidental, adelantándose a los escandinavos.

Por si las moscas, intentaré que el fin de año maya me pille en familia, viendo una buena película de los Hermanos Marx. En sus obras hay alegría e irracionalidad y esa es una buena forma de describir esta ciudad de Málaga en la que hemos nacido o vivimos por mera casualidad (una casualidad muy grata, por cierto). Hasta mañana.

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