No hay nada como visitar el Belén municipal con la compañía de una delegación de niños de unos 10 años, un colegio de la capital.
Resulta paradójico comprobar cómo, al menos estos alumnos, demuestran unos conocimientos tan certeros del Evangelio de San Mateo, el del relato del Nacimiento, como los que pueda tener una abubilla de la Península Ibérica.
Y así, se entiende el desasosiego de muchos de estos colegiales al descubrir en un rincón del Belén la matanza de los inocentes. «Mira ahí están matando a un niño en pelotas», comenta un sorprendido alumno señalando a un romano a punto de seguir las órdenes del malvado Herodes. Media clase se arremolina para ver al romano, con la misma cara de villano feo que el Berruguita.
Casi la mitad de los niños, más que ver el Belén, quieren dar testimonio de que estuvieron allí y contemplan esta paciente obra de artesanía municipal, no con sus propios ojos, sino a través de sus móviles. Y así, gracias a la tecnología, en el cielo de Judea surge una miríada de relámpagos, en realidad los flashes de tanto teléfono inteligente.
«¡Qué guapo el león!», señala otro alumno. Y en efecto, en esta Palestina que cada año se supera hay un león y también gladiadores. La siguiente frase la pueden adivinar y si no, aquí está: «¡Qué guapo, un tío cagando!». Y así es, la tradición catalana y valenciana del tío que obra y fertiliza la tierra, símbolo de buenos augurios para el año a punto de estrenarse, puede apreciarse en primera línea de fuego, aunque el obrante está de espaldas y en una cueva.
Y hablando de cuevas y otros caprichos geológicos, hay que felicitar a los técnicos municipales por su dominio de la tierra. En el Nacimiento municipal hay peñascos que harían las delicias del paisajistas Carlos de Haes, cuajados de vegetación y cabras, porque todos los detalles se cuidan.
Es un Nacimiento con súbitos aires nepalíes, en especial por el peñasco principal, pero le da a la composición una belleza especial.
«¡Qué guapo, un cenachero!». Y tiene razón el niño que otea la composición y detecta, entre dos pliegues geológicos, un paisaje marinero con una barca de jábega y el famoso vendedor de los cenachos. También aparecen este año el biznaguero y todos los episodios del relato navideño.
Este año lo mejor del Belén es, a juicio del firmante, la suave pradera de flores que asciende con suavidad hasta el portal, donde aguarda la Sagrada Familia, acompañada por la mula y el buey. Un Nacimiento guapo de verdad.
Tranvía de Arabia
Se cumple medio siglo de la película Lawrence de Arabia, el culmen de las grandes producciones, así que hay que recordar el antiguo tranvía del Morlaco, que durante unos segundos apareció en la película, en una supuesta ciudad de El Cairo rodada en Almería.
Gracias a la buena mano de Tran bus, el tranvía peliculero descansa restaurado y con el color azul original, en las instalaciones de la EMT, a la espera de un nuevo emplazamiento.