La ciudad gana una nueva manquita artística

5 Dic

En la actualidad, en Málaga contamos con dos manquitas. Una es la Catedral, inconclusa por nuestra secular incompetencia administrativa, disfrazada de respeto a una tradición irrespetuosa con los miles de malagueños que trabajaron en esta obra para que sus bisnietos o tataranietos la vieran terminada algún día.

La segunda es como el Guadiana, con una inquietante mano que va y viene. Nos referimos a la estatua de la gitanilla que acompaña el busto del escritor Arturo Reyes delante del Málaga Palacio.

De hecho, fuentes municipales calculan que en la última década, esta dama literaria se ha quedado unas seis veces sin la mano derecha, mientras que la rosa que sostenía esa mano ha sido robada una decena de veces.

La última vez ocurrió hace un par de semanas. El firmante se disponía a acudir al trabajo en día festivo y vio cómo la mano de esta mujer de piedra yacía en la base del monumento. En un primer instante servidor pensó rescatar la pieza, guardarla en una cartera y entregarla al día siguiente al patrimonio municipal, pero el tránsito de peatones le echó para atrás, temiendo ser confundido con un coleccionista de manos ajenas.

El caso es que aquí un servidor no pudo encontrar a ningún Policía Local por los alrededores y algún amigo de lo ajeno le echó poco después el guante a la mano.

Ahí, uno estuvo poco ágil, pues sin la pieza robada los responsables del patrimonio municipal están haciendo una nueva de resina –de este material porque la mano desaparece con tanta velocidad, que es un gasto inútil de tiempo y dinero hacerla de piedra y la rosa volátil también cuenta con un molde de resina–. Y el problema es que, para sujetar esta extremidad extrema, se le colocaron unos pernos que ahora se convierten en su punto flaco con el riesgo, claro, de que alguien le quiebre el brazo por otro punto.

Fuentes municipales no entienden este ensañamiento cavernícola con esta obra del escultor Adrián Risueño.

Pero no es la primera vez que una estatua sale mal parada. Hace unos días hablamos del descabezamiento que en 2004 padeció la estatua de Carlos Rein junto a la Tabacalera. También terminó sin cabeza – y en su lugar, con un adoquín– la gitanilla que adornaba el cruce del Pasaje de Chinitas. Era una estatua que los juerguistas se encargaban de pintarrajear, ya fuera incorporándole rimmel a los ojos, pintalabios o añadiéndole pezones.

Fue tanto el maltrato de la estatua, que hoy descansa restaurada y tranquila en la Hacienda Quintana de Ciudad Jardín, sede de Parques y Jardines.

Otro descabezamiento que hay que lamentar es el del busto de Moreno Carbonero en los jardines de Puerta Oscura. La cabeza de piedra ha desaparecido y eso que es de gran valor al ser de Mariano Benlliure –al igual que la estatua al marqués de Larios–. El original en bronce, eso sí, lo conserva la Academia de Bellas Artes de San Telmo.

¿Cuánto durará la próxima mano de la gitanilla de Arturo Reyes?, ¿será la mano que anda de la familia Monster? Visto el ganado que la extrae dan ganas de dejarla manca.

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