Cuentan los expertos que el español hablado en Andalucía se había convertido en un laboratorio del idioma, como lo fueron en siglos pasados otras zonas de frontera de España.
La llegada de repobladores de toda la península a las tierras recién conquistadas a los árabes dio lugar a un hermoso caldo lingüístico de cultivo, del que nació el español que se habla en Andalucía.
En rincones como Granada o Jaén todavía quedan huellas evidentes de los repobladores aragoneses, con las terminaciones en -ico, de la que «bonico» es la estrella más mencionada.
Pudo seguir evolucionando el español por estas tierras del sur, lo mismo que lo hizo en otras partes de España saliendo de ese tronco común del latín.
Pero iniciativas como la Gramatica del andaluz Antonio de Nebrija y la llegada de la Real Academia de la Lengua, fijando y dando esplendor, dotaron de reglas comunes al idioma y el español hablado en Andalucía perdió su papel de avanzadilla, aunque le dio tiempo a dejar su herencia al otro lado del charco, de la mano de los primeros conquistadores.
Pensábamos muchos que se había acabado este papel innovador del andaluz, hasta que en pleno siglo XXI, empezaron a reinar como nunca antes las palabras alargadas de forma artificial, una engañosa forma de envolverlas en prestigio.
Entre las perlas soltadas por expertos e instituciones malagueñas, esos prohombres y promujeres que con su lenguaje florido elevarían hasta los cirros y los cúmulos la puntuación del informe Pisa, destaca por su belleza sonora una palabra que muy pronto sustituirá a «camino». Porque camino, una senda sin más, no tiene el aura y la brillantez de «encaminamiento», que aunque según la RAE es la acción y efecto de encaminar, los que de verdad saben lo que se cuece en esta ciudad lo utilizan como sinónimo de camino, muy largo por cierto.
Pero si este palabro provocaría tics nerviosos al lingüista Fernando Lázaro Carreter, qué decir de otra perla, soltada en un reciente foro de expertos e incluso exhibida sin rubor en un documento escrito: «Respetuosidad».
Si se fijan, tenemos delante de nosotros un nuevo encaminamiento, el que aúna «respeto» y «suntuosidad» en esta vanguardia del español en Andalucía.
Siguiendo con el catálogo de genios que renuevan la lengua, nuestro homenaje a ese empresario que este fin de semana, para no caer en la sordidez de la palabra «personas», optó por la expresión «agentes activos», que parece salida de la mente de ese publicista que nos pedía que buscáramos, comparáramos y si encontrábamos algo mejor, nos hiciéramos con ello (previo pago). El palabro «agentes activos» plantea preguntas transcendentales, pues ¿quiénes serían entonces los «agentes pasivos»?,¿nuestros seres queridos?
Servidor prefiere seguir llamando personas a las personas y si es necesario tomar partido, quedémonos con los «agentes secretos». Ya lo dijo Machado, actualizado: «Caminante no hay camino, se hace encaminamiento al andar». El año que viene, arrasamos con el Pisa.
Muy bueno, señor Alfonso. Me ha hecho usted reír.
Un saludo, y muchas gracias.