Una amable lectora ha hecho llegar al firmante de estas líneas una antigua guía Michelin de España y Portugal. Es tal su espléndido estado de conversación que parece publicada ayer y sin embargo, se trata de la novena edición, la de 1929.
Unos tiempos en los que, aunque el automóvil había dejado de ser una rareza, seguía siendo un producto elitista, en un mundo que todavía no estaba familiarizado con las señales de tráfico. Quizás por eso, dedica un importante apartado a explicar no sólo las señales sino también cómo debían adelantar y girar los coches en intersecciones, glorietas y también aclara qué debe hacer un automóvil ante un paso a nivel.
La guía incluye un mapa desplegable de esa Málaga de los años 20, con Ayuntamiento recién estrenado, todavía luciendo la Alameda de Alfonso XIII (y el Paseo del Parque, también dedicado al monarca) y como lugares dignos de ver, únicamente la Catedral, la Alcazaba- Gibralfaro, el Palacio del Obispo y la parroquia de Santiago y ya en las afueras de la ciudad (a 4 kilómetros, dice la guía) la Hacienda de San José, convertida ya en psiquiátrico de los hermanos de San Juan de Dios y los «espléndidos jardines» de La Concepción, propiedad, como el resto de la finca, de la familia Echevarría Echevarrieta. Por cierto la ciudad, hacia el oeste, acababa en la estación de tren.
Seis únicos hoteles se citan en la Málaga de entonces: el Príncipe de Asturias (con apenas tres años de vida entonces, hoy el vacío caserón del Miramar), el Caleta Palace (la actual Subdelegación del Gobierno), y los hoteles Londres de calle Comedias, el hotel Inglés de calle Larios y en esta misma calle el Niza.
También se mencionan los concesionarios de coches de Málaga, que nos ofrecen el mencionado panorama de coches para una minoría, con marcas tan lustrosas como Cadillac, Chevrolet, Pontiac o Buick, y que hoy sólo abundan en Marbella.
Por cierto que cuando se llega a las páginas de Málaga, el muñequito de Michelin se viste de cenachero. Y como guía que es, ofrece muchas rutas, pero la más popular de todas, la que puso las bases de la futura Costa del Sol: Málaga-Gibraltar.
El librito detalla el camino al Peñón con todo lujo e informa a los conductores de que a la salida de Málaga deben cruzar el puente sobre el río Guadalhorce y dejar luego a la derecha Alhaurín de la Torre. De Torremolinos advierte de que deparará a los viajeros «vistas muy pintorescas», hoy muy difíciles de localizar con tanto bloque y de Estepona «bonitas vistas hacia el mar».
Una guía con la que viajamos en el tiempo para ser testigos de una red de carreteras solitarias con coches ocupados por privilegiados. Cuando se viajaba sobre todo por placer y con las prisas, las justas, en una Málaga con mucho por hacer.
Extensa queja
El martes, una usuaria de la EMT criticaba a grito pelado a los maestros en general «porque se toman libre las Navidades, la Semana Santa, la Semana Blanca, el verano, los puentes y los ríos». Le faltaron los vados.