Hace unos días hablamos de la última ofensiva bélica municipal, el socorrido plan de choque, que a pesar de su chocante nombre esconde la sana e inofensiva intención de baldear las aceras.
Nuestro alcalde, Francisco de la Torre, tiene una magnífica oportunidad de lucirse acompañando a una cuadrilla de Limasa en una operación de choque que neutralice un núcleo de resistencia bacteriana de los que claman al cielo (de hecho, el saltador Felix Baumgartner bien pudo verlo desde el espacio).
Se trata de una respetable montaña de basura acumulada a lo largo de la calle Gustavo García Herrera. Este rincón junto a Carranque es peculiar porque paralela a la acera hay una rampa que asciende hasta formar una especie de contrafuerte con el muro del campo municipal de Malaka. Este contrafuerte, que se prolonga a lo largo de toda la calle, se ha convertido en una punta de lanza de la porquería en nuestra tierra.
Si nuestros políticos quieren sorprender a su audiencia, aquí tienen el mismo trabajo que en una playa con chapapote porque siguiendo la expresión popular, y perdonen su resonancia, «hay mierda para reventar».
En el catálogo de lo ahí acumulado se aprecian, a lo largo de 200 metros, comida para gatos, excrementos, latas de atún, hojas secas, cubos, cajas de plástico y de cartón, perchas y tablas de madera.
Se ve que los transeúntes, por llamarles algo, les gusta practicar el sky-hook o gancho del cielo y encestar sus desechos en este altillo municipal, alegrado, menos mal, por unas artísticas pintadas llenas de fantasía, muchas de ellas firmadas en 2007.
Estimado alcalde, déjese de planes de choque y lance su ofensiva en la calle Gustavo García Herrera mañana mismo, con los primeros atisbos del amanecer. Suya será la gloria si arrincona a los microbios.
Motivación
Las líneas que siguen están escritas antes del esperado encuentro en la cumbre entre el Málaga C.F. y el Milán.
Muchos seguidores con la camiseta del Málaga se veían ayer por las calles. Con independencia del papel en la antigua Copa de Europa, quizás ahora sea la vencida y la afición del Málaga, que al menos en los últimos 30 años se ha caracterizado por fluctuar como la marea, se aficione de verdad al equipo y lo acompañe a las duras pero también a las maderas.
Quizás hacían falta partidos como el de ayer, saber que el equipo puede alcanzar metas que no se limitan al ascenso a Primera División y a una lánguida permanencia en puestos de cola, para enardece a una afición históricamente poco motivada.
Paisaje marinero
Y muy cerca, en la calle Conde de Cheste, una rocalla con restos de acera y bordillo da los buenos días a los peatones.
Los coches aparcan al pie de este improvisado espigón y sólo la presencia en el horizonte de la iglesia de San José Obrero de Carranque nos recuerda que estamos tierra adentro.