Fue una televisión pública, la de la comunidad autónoma valenciana, la que renovó la información del corazón hasta transformarla en la plaga de langostas que disfrutamos en nuestros días.
El televidente español nunca agradecerá lo suficiente a los políticos valencianos su aportación al imaginario colectivo, pues gracias a su esfuerzo intelectual autorizaron el programa Tómbola y pusieron las bases del moderno acoso a los famosos y de la repetición –hasta límites sobrehumanos– de los mismos debates gritados, así que pasen 20 años.
Estas palabras de agradecimiento vienen al caso porque en Málaga capital, afortunadamente, no solemos padecer la plaga de langostas salvo en ocasiones aisladas, llámese cada vez que nuestro alcalde saca a la baronesa Thyssen a pasear por calle Larios o cuando Antonio Banderas cambia los platós de Hollywood por el escenario del Cervantes.
Las carreras, los portazos, las persecuciones se producen sobre todo en Marbella, que hace muchas décadas que cogió el testigo de Torremolinos, una ciudad esta cuyo exiguo porcentaje de famoseo ya sólo se exhibe, de forma esporádica, en programas como Qué tiempo tan feliz o Cine de barrio.
El problema es que Málaga es la capital jurídica de la provincia y su Costa del Sol, una zona turística que en los últimos años se ha caracterizado por la sobreconstrucción y los chanchullos urbanísticos.
Ya saben las consecuencias, los marbellíes eligieron por aplastante mayoría durante más de una década a un partido cuyos dirigentes saquearon Marbella, como ya ha demostrado la justicia. El caso es que la capital, sin comerlo ni beberlo, está padeciendo el circo de los juicios, con acusados que aparecen un día sí y otro también en programas del corazón y la consabida plaga diaria de langostas a las puertas de la Ciudad de la Justicia.
Los medios de comunicación nacionales suelen dividir su tiempo informativo entre Madrid y Barcelona, dejando el resto de España para actos folclóricos, llámense las fallas, la Feria de Abril o la tomatina.
Sin embargo, desde que comenzó el juicio de blanqueo, con Isabel Pantoja y Julián Muñoz como estrellas invitadas, Málaga sale más en los medios que la antigua carta de ajuste y para ser más precisos, la entrada a la colmena blanca de la Ciudad de la Justicia. Este hito arquitectónico lo conocen ya hasta en la aldea más remota del Ampurdán.
Un servidor se imagina el infierno como una sala con una gran pantalla en la que se emiten especiales del corazón sobre el exalcalde y la tonadillera de aquí a la eternidad.
Visto así, estos días en Teatinos con inflación de cámaras y de expertos del corazón tenemos un adelanto de lo que, como mínimo, debe ser el purgatorio. Demos las gracias a los políticos que pusieron de moda este lento martirio.
Petición hospitalaria
En las consultas exteriores del Carlos Haya la crisis se deja notar en el alto número de personas que se acercan pidiendo dinero a los usuarios del hospital, algunas con niños y recién nacidos.