Ardores guerreros para limpiar olvidos

11 Oct

Los tres grandes aciertos de la alcaldesa Celia Villalobos fueron delegar en Francisco de la Torre lo más importante de la gestión municipal, centrarse en el contacto con los vecinos y mantener Málaga en un nivel de limpieza que no ha recuperado desde entonces.

La limpieza en nuestra ciudad es el talón de Aquiles de muchos alcaldes, que no se percatan de que lo más inmediato para cualquier vecino de Málaga no es un parque, un centro social o un gimnasio para mayores recién inaugurado sino el estado de las aceras. Y muchas de ellas han estado los últimos años con costras cuasi prehistóricas de porquería.

En estos 13 años de existencia de La Opinión, el firmante se ha pateado todos los barrios de la capital y la queja más común ha sido –sobre todo tras la espantada ministerial de Celia Villalobos– la falta de limpieza. De «tema endémico» lo calificaba en febrero de este año el presidente de la federación vecinal Unidad Ramón Carlos Morales.

Ya fuera por la pertinaz sequía o porque no estaba en la agenda, daba lástima ver a esos vecinos cargados de años, clavados literalmente en las aceras porque las hojas de las jacarandas habían formado una película adherente enriquecida por el paso de las primaveras. Con grúa había que arrancarlos (los vecinos, no las jacarandas):

Había calles en El Palo, la Cruz del Humilladero o la Carretera de Cádiz en las que, tanta era la porquería, que los de la estación espacial Mir, como perfectos miopes, sólo veían manchas.

La falta de limpieza en Málaga debe ser un problema grave porque nuestros políticos siempre la abordan en términos cuasi bélicos, de reconquista de un terreno tomado por el enemigo.

Los malagueños ya estamos habituados a que nuestros representantes políticos, cuando hay que baldear aceras, hablen de plan de choque, como si se refirieran al desembarco de Normandía.

En términos propagandísticos plan de choque queda de película. Es una expresión con una fuerza innata que nos da a entender que el Ayuntamiento está poniendo patas arriba la ciudad –para limpiar lo que hay bajo las alfombras­–.

En realidad, cada vez que nuestro Consistorio quiere enmendar un error y acabar con un olvido anuncia un plan de choque. Ardor guerrero que estos días se sustancia en la extracción de costras de mierda, con perdón, de nuestras aceras. Si lo pensamos bien, es lo que preconizaba John Lennon: un mundo que vive en paz y en el que los esfuerzos bélicos, los planes de choque, consisten en baldear calles. Ya tocaba.

La inmensidad

Entre los objetos perdidos más insólitos encontrados en los autobuses de la EMT, sin duda ocupa un lugar señero una baliza de señalización marítima, extraviada en la inmensidad de nuestra red de transportes.

Paseo de los curas

Aunque llevan años diciéndonos que están enfermos, desde el puerto reconforta ver las copas frondosas de los inacabables plátanos orientales.

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