Uno de los momentos más queridos por el autor de estas líneas es el repaso a los objetos perdidos de la EMT.
Los objetos, ya lo dijo Borges, nos sobrevivirán, por mucho que manifestemos una engañosa superioridad sobre ellos. Y es muy probable, sobre todo en Málaga, que esa construcción ilegal, esa mansión hortera construida en lo alto de un cerro –una situación muy común en toda la Costa del Sol– le sobreviva a usted, hasta convertirse, dentro de un siglo, en memoria histórica de los desbocamientos merdes de nuestro urbanismo en el tránsito del siglo XX al XXI.
Así están las cosas. Qué duda cabe que hay objetos fascinantes, sobre todo si su dueño los pierde y son localizados totalmente fuera de contexto, con lo que su atractivo y misterio aumentan.
Una de las secciones punteras del periódico El avisador malagueño, de la década de los 50 del siglo XIX era el de los objetos perdidos, rincón reservado en la primera página de la publicación, en la que además de animales de todo pelaje y tamaño, podían encontrarse (o perderse), por ejemplo, petacas en las céntricas iglesias de Málaga.
La lista que todos los años va elaborando la Empresa Malagueña de Transportes es también un retrato de cómo somos; al menos parte de nosotros también somos lo que perdemos.
Desde finales de abril al 31 de julio los usuarios de la EMT han mostrado un evidente cambio de vestuario. Empiezan a disminuir el número de chaquetas y chaquetones perdidos y llega el turno de las rebecas extraviadas, hasta que en mayo y en concreto en la línea 10, se produce la primera pérdida de una sombrilla de playa, objeto que, a pesar de sus evidentes dimensiones, se perderá nuevamente a comienzos de julio en la línea 15, y porque no tenemos datos de agosto.
Así, el verano ha traído la pérdida de neveras, que suponemos neveritas para sobrellevar un día de playa pero intrigado está el personal con la pérdida, el 27 de junio, de un jersey, que, suponemos, el usuario llevaba en plan testimonial en la mano.
Entre los objetos más curiosos destaca una alianza y un pisapapeles, que se quedó para sujetar el aire de algún asiento,y como en otras ocasiones, nos encontramos con un enigma fascinante: El 12 de mayo un viajero perdió una muleta, un hecho por el que deducimos que el usuario salió por su propio pie del autobús y de una lesión de la que ya parecía bastante curado.
Así son los misterios perdidos (y hallados) de la EMT. Si acreditan de forma suficiente su propiedad, pueden recogerlos en la sede de la EMT, en el Camino de San Rafael, 97.
No marques las horas
Fue una casualidad, pero no me digan que no era curioso que, hasta hace unos días, ni el reloj de la Catedral ni los respectivos del Ayuntamiento y el puerto marcaban bien la hora. Este último sí ha sido puesto en hora hace unos días pero el del Consistorio sigue a su aire y lo mismo pasa con el de la Catedral, que marca las horas antes de que el minutero llegue a su destino. Si lo arreglan será cuestión de tiempo.