Las famosas hermanas Brontë se habrían encontrado en su salsa hace unos años visitando el parque de la Finca la Palma. Por su querencia por los ambientes románticos y agrestes, nada mejor que este parque, que a más de uno le recordaba el bosque de la Bella Durmiente, porque sólo se podía penetrar en él siendo espíritu etéreo o acompañado por una cuadrilla de leñadores canadienses.
Un servidor trató de recorrer este rincón abandonado cuando estaba en su época más bravía y pudo recuperar una palabra de su infancia: garfañá, por las caricias que le dejaron los cardos.
Pero hace años que el Ayuntamiento arregló el bochinche y hoy se ha convertido en uno de los parques más cuidados de Málaga, a medio camino de esa larga calle dedicada al estudioso cervantino Francisco Navarro Ledesma.
Y lo primero que llama la atención es el coro de grillos que desde la mañana animan este rincón de la ciudad, de hecho, uno no sabe si está ante una sinfonía al calor o escuchando la actividad frenética de un aserradero vecino. Y como las tradiciones suelen permanecer aunque adaptadas, llama la atención una plancha de cemento en la que alguien ha pintado el juego del guiso descartando la tiza y apuntándose al espray.
A medida que el paseante va subiendo por una loma en la que se despliega el parque aumentan los cipreses y también hay algún falso pimentero. Pero los árboles más imponentes son los eucaliptos, que forman un semicírculo que regala mucha sombra. Al lado, una doble hilera de pinos le hace la competencia y centrando todo el conjunto, un parque infantil con pinta de cabaña en los árboles, como casi todos los parques infantiles.
Lo que ya no se entiende es qué quiso hacer el diseñador del parque, aparte del ridículo, al instalar una pérgola que como la mayoría de las que se colocan en los parques de Málaga, no sirve para dar sombra. Y eso que la pérgola es original, con las vigas de madera pero sostenidas por diez postes de farolas que conservan todavía la caja de luces.
Pero sin plantas trepadoras que lo cubran, ponerse debajo de ella es ser candidato seguro a una lipotimia. Es el destino de casi todas las pérgolas malagueñas. Dinero público tirado. Nadie es perfecto.
Más rasgados
El catálogo de carteles inspirados en el de la pasada Feria no es tan grande como el de naves de La Ilíada pero se le aproxima, por eso, la semana pasada nos dejamos uno en el tintero, el de Manzanilla, el restaurante de Dani García. La publicidad de este establecimiento de calle Fresca pero también de Park Avenue, en Nueva York, es el famoso rasgado de papel del que surge el nombre comercial.
La cuesta
Mientras avanzan las obras en el antiguo cuartel de la Trinidad, retrocede la limpieza en la Calzada, con una franja de hierba junto al cuartel que ha sido transformado en basurero por los paseantes más prehistóricos.