A los periodistas nos encantan las frases hechas. Qué se apuestan que más de un medio de comunicación ha hablado ya del ecuador de la Feria, igual que todo el mundo repite hasta el cansancio eso del ecuador de la Semana Santa.
Inmersos en pleno ambiente ecuatorial, no es sin embargo hora, al menos para un servidor, de hacer balance de nada pero sí de resaltar el fenómeno, estéticamente constatable, de que entre cientos de jóvenes malagueños se está imponiendo el look de macarra de gimnasio que ha puesto de moda el programa Mujeres, hombres y viceversa, una de las grandes creaciones culturales de la tele de Berlusconi.
Esta moda, por cierto, obliga a los varones a lucir el pelo cortito por los lados, dejando por arriba el pelo crecido y saviamente engominado en punta lo que ha hecho que este año descienda el número de feriantes con sombrero de gangster de película (negro con cinta blanca). El sombrero de mafioso ahora lo llevan sobre todo las jóvenes, aunque domina más el sombrero rojo pasión que el negro Al Capone.
Modas aparte, en esta Feria 2012 sigue habiendo algo que no cuadra, a pesar de que es algo que miles de personas constatan a diario. Estamos hablando de la calle principal de Málaga y de la Feria de Agosto, la calle Larios, endomingada durante una semana con toldos, farolillos y con la portada de las biznagas que sueltan el chorrito de humedad.
Y sin embargo, a pesar de tanto esfuerzo municipal, la calle Larios no luce ni la mitad, y en muchos momentos de la Feria del Centro se convierte en un molesto y estrecho pasillo por la agobiante sucesión de puestos de sombreros y chucherías, una concentración tan alta que el visitante debe pensar que se trata de alguna convención nacional de vendedores.
Nada tiene el firmante contra este importante comercio, pero sí está en contra de que haya un número tan abusivo de puestos (más de una veintena) copando toda la calle Larios, obstruyendo de forma irracional la que debería ser la puerta de entrada a la Feria de Agosto y no el fastuoso acceso a un mercadillo anual de sombreros y cañas rocieras.
El Ayuntamiento debería distribuir mejor estos puestos y poner un cupo razonable, para que no invadieran toda la calle, en la que difícilmente el público se puede animar a bailar entre tanta tienda portátil.
El objetivo del Ayuntamiento debe ser revitalizar la Feria del Centro, no montar, en la calle más importante de la Feria, un centro comercial rociero.
Cementerio de palmeras
El paseo central de Torre Atalaya, en la calle Navarro Ledesma, tiene la suficiente amplitud para que el peatón se abstraiga del tráfico que tiene a ambos lados.
Lástima que parezca un cementerio de palmeras, con una sucesión de alcorques en la que sólo asoma el tronco cortado de una palmera, seguramente afectada por el picudo rojo. También abundan las losetas sueltas, así que la reacción mayoritaria del paseante incauto es llegar al primer semáforo y abandonar este bulevar prometedor pero fallido.