La tienda florecida de Lucía Marín

26 Jun

La tienda del jardín de La Concepción, como el patio de nuestra casa, es muy particular. Por mucho que busque, el cliente no encuentra allí toreros ni gitanas, souvenirs de otro tipo de establecimientos, sino recuerdos relacionados con el jardín botánico y con las plantas en general y como ejemplo, es el único sitio de Málaga, al menos hasta el verano pasado, en el que podían encontrarse semillas de flores de loto, y si les apetece el exótico Ginkgo biloba, ese es su sitio.

Lucía Marín ha sido la dueña de la tienda los últimos cinco años y medio. Comenzó trabajando de guía en el propio jardín en 1996, dos años después de su apertura al público y tras siete años de visitas guiadas, se presentó al concurso para gestionar la tienda, hasta entonces a cargo del Patronato Botánico.

En este tiempo no ha dejado de innovar y su establecimiento nada tiene que envidiar, por ejemplo, a las tiendas de los jardines botánicos ingleses.

Una de sus iniciativas más aplaudidas, hace dos primaveras, fue la presentación de un perfume basado en las esencias de la famosa flor de la glicinia, la que envuelve el cenador de La Concepción cuando llegan los últimos días de marzo. El perfume fue presentado en el famoso cenador y en cuanto a su elaboración, los extractos de la flor se compran en Francia y una perfumería de Barcelona se encarga de fabricarlo.

Pero en su tienda también encontramos marcapáginas botánicos, plantas carnívoras (en realidad, insectívoras) o puzzles fotográficos del jardín.

El problema es que la crisis también se ha colado en este rincón techado, lleno de plantas y paraguas florecidos que parecía resguardado de los malos vientos de la economía.

Lucía Marín anunció esta semana que liquidará existencias hasta finales de julio para dar paso a una nueva tienda, que será gestionada por otra empresa.

Abrió el 27 de febrero de 2007, después de otras aventuras empresariales como una central de reservas para viajes de colegios, por eso asegura que ya tiene otros proyectos en mente.

En estos cinco años y medio, la tienda, que también contaba con su página web (www.latiendadeljardin.es) ha ofrecido productos bonitos y originales, con una persona al frente conocedora y enamorada del jardín botánico. Es una pena que alguien con esta preparación y sensibilidad cierre un negocio y además tan especial, pero ya se sabe que el capitalismo, cuando se pone farruco, no respeta ni a las plantas (de las personas ni hablamos).

Esta sección y el autor de estas líneas le desean buena suerte en su nueva aventura y por supuesto, que todo lo que emprenda se vuelva un negocio floreciente. Se lo merece.

Apoyos

Esta semana, ese eufemístico servicio de apoyo a la circulación que es la grúa municipal –que pocos conductores de Málaga quieren que le apoye en nada– recogía en la calle de la Victoria un coche de la policía municipal aparcado en la acera y, suponemos, averiado antes que mal aparcado.

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