Cada uno cuenta según le ha ido en la Feria porque, enlazando con otro dicho, no es lo mismo ver los toros desde la barrera. Y desde la barrera de casetas blancas que la semana pasada pobló el Paseo del Parque, el autor de estas líneas recogió las impresiones de una de las librerías más veteranas de Málaga, presente en la Feria del Libro desde los primeros 80, la librería Arjé del Palo.
Fundada en 1980, fue la primera de Málaga en tener una zona dedicada a libros infantiles, algo que siempre ha reproducido en su caseta de la Feria.
Pepe Juárez, el fundador de la librería, que ha trabajado en todas las ramas del libro, desde encuadernador a impresor y librero, cedió hace unos años el negocio a su hija Elena pero, a pocos días de jubilarse, estuvo colaborando en el Paseo del Parque para constatar en este medio kilómetro de libros un bajada considerable de las ventas.
«Algunos dirán que han bajado un 40% pero las ventas han bajado entre un 60 y un 70%», explicaba Pepe el pasado domingo por la tarde, en un día sofocante, apurando las últimas horas de la Feria, con un ambiente muy discreto de clientes en todo el Paseo del Parque por la triple resaca del recién concluido partido España-Italia, el terral y el anuncio de rescate suave o línea de crédito (que cada cual escoja) a España.
Las ventas han ido esta vez acordes con la situación económica después de un año 2011 en el que se salvaron los platos de la compra de libros en el Parque con dignidad.
En esta ocasión además, cuenta Pepe Juárez, no ha ayudado mucho a los libreros el recorte municipal de la Feria del Libro pues sin caseta de información y sin servicio de megafonía, ha funcionado este año como una sucesión de puestos cualquiera de libros, sin posibilidad de que el público conociera qué autores firmaban o qué actividades se realizaban. Una suerte de Feria fantasma del Libro. No ha faltado, eso sí, el bibliobús, fiel a su cita en el año en que cumple una década de servicio.
Ha sido pues una edición espartana y así se nota también en el libro repartido este año por el área de Cultura, original cuadernillo con cartones para aprender los principios de la Latoflexia y la Latotomía, el arte de cortar y doblar latas para dar un uso artístico a las conservas y latas de refrescos, y hacer con ellas elefantes, erizos (con clavos), dinosaurios vegetarianos e incluso mitológicas hidras y centauros que habrían encantado a Picasso.
Ha sido un Feria más que discreta, en la que incluso primeros espadas de los libros a escala nacional, ganadores de premios prestigiosos, lo han tenido complicado para firmar ejemplares (el resto nos lo podemos imaginar).
Sin una mínima infraestructura informativa para los lectores y con la que está cayendo, el librero de Arjé (que significa Comienzo en griego), lamentó que la Cultura sea de lo primero que siempre se recorte.
Con unos índices de lectura que en Andalucía sólo están por encima de algunas tribus nómadas del Asia Central (no se lo tomen al pie de la letra pues no es para tanto), para la próxima Feria del Libro de Málaga habría que imponerles a estos difusores de la lectura la medalla al valor. Más valor que el Guerra demuestran vendiendo libros en esta iletrada coyuntura económica.