Ayer dejamos el Parque Litoral, uno de los más bonitos de Málaga, con una esperanzadora pérgola en la que, en uno de sus postes, alguien había plantado una glicinia para que, dentro de pocos años, nos regale un festival de belleza a finales de marzo y durante este mes de abril.
Se trata desde luego de la prueba de que, al menos en la administración, a veces existe eso que llaman el diseño inteligente.
Sin embargo, no se ha aplicado mucha inteligencia, tampoco la emocional, en el asalto y destrozo de la fuente del parque. Trozos de mármol pueblan el fondo de esta fuente seca y con los bordes, también de mármol, arrancados.
Hay algo de siniestro en este espacio dedicado al agua, convertido en un parque infantil de vándalos. Ciertamente, hay que tener vocación de cabestro, de cacho de carne con manos prensiles para destrozar una fuente pública.
Y eso que esta minoría de homínidos malagueños tiene espacio suficiente en el parque para revolcarse en el césped y rascarse la espalda contra los troncos. Paciencia (y dinero público para reparaciones).
Más interés antropológico tiene la preciosa montaña artificial del Parque Litoral que, sin llegar a la obra de arte de los jardines del Monasterio de Piedra, cuenta con una chorraera más cercana a las de los parques acuáticos, por su longitud.
En los postes de madera que sujetan esta preciosa estructura no hay glicinias pero sí una muy interesante información antropológica sobre las tormentas sentimentales de la adolescencia. Amores y desamores se dan cita en unas pintadas que, a veces, nos dejan ver relaciones relámpago, como la que sigue: «Tu toda, te amo, se acabó». En otro rincón, una chica aclara a su pareja su pose de mujer fatal: «Por mucho que te insulte, te kiero mucho».
Rompen la magia sentimental de la escena pintadas con pocos efluvios románticos como «Marina kit-kat», «carabollo» y sobre todo, la desafortunada «fuck the police», que haría zozobrar cualquier novela de Jane Austen.
Pero las pulsiones grafiteras, que esconden una megalomanía de estrella de fútbol larga de piernas y corta de luces, también se han cebado con el símbolo de esta zona verde, una enorme gaviota que no guarda relación con el símbolo del partido en el Gobierno.
Al igual que pasa con la fuente, nuestros malagueños antropoides se han cebado con esta escultura de look oxidado, pintando su enorme cabeza de negro y rojo. De nuevo una muestra de cómo enfocar una existencia efímera hacia la destrucción del patrimonio.
La pérgola con glicinias nos compensa de tanto sandio.
Pruebas
Si bien todas las pruebas científicas descartan la existencia de hombres lobo, una figura que hay que encuadrar en los mitos de la antigüedad, nada se sabe de la posible existencia de hombres perro, y en particular de hombres caniche. El firmante vio uno esta semana por Molina Lario. Paseaba con porte normal hasta que empezó a ladrar de forma ridícula: lo hacía para llamar a su pareja, que iba delante.
Dentro de esos aciertos encadenados que son tus artículos, tus Crónicas urbanas, Alfonso, lo del hombre-caniche es genial. Se crea la duda de si ya en Semana Santa viene gente dada al deporte de «la barra fija» y el «alzacodo», preparando quizá la inminente Feria de Abril sevillana. Y se queda con la gana de saber : ¿qué hizo la pareja?
Enhorabuena¡