Una cuestión desechada de ortografía

27 Feb

Ustedes dirán que con la cantidad de problemas que se cuecen en España o Grecia y no digamos en Amar en tiempos revueltos, para qué preocuparse por un tema tan menor como la Ortografía.

Algún día, los estudiosos analizarán la influencia de las televisiones de Berlusconi en el descenso del nivel cultural de las poblaciones agraciadas y por tanto, en la falta de aprecio por esta disciplina, mientras ha subido el índice de insultos por metro cuadrado en hogares y platós.

Mientras llega ese preclaro estudio, hay que recordar que la ortografía es, entre otras muchas cosas, una muestra de respeto al lector y que algo tan nimio como poner las maletas en la baca, y no en la vaca, evita al ejecutor de la orden una situación surrealista y complicada.

Por eso, por una cuestión de la correcta escritura de un nombre, don Luis Cuervo y Jaén se pasó buena parte de su larga vida –pues superó con creces los 90– clamando en el desierto de las letras, mientras las administraciones pasaban tres pueblos de sus quejas.

En 2003 el firmante tuvo la suerte de conocer a este malagueño deportista –fue campeón de España de los 100 metros lisos– extrovertido y viajero, que había conocido a personajes como Manuel Altolaguirre, Gregorio Marañón o Antonio Machado.

Fue en esa charla cuando a un servidor le transmitió su frustración por la prolongación de una errata a través de las décadas. «El nombre de mi abuelo se escribe con G, como el indio Gerónimo, pero el Ayuntamiento se ha empeñado en escribirlo con J y no es correcto», se quejaba entonces.

Lo sentimos por don Luis, pero el Ayuntamiento sigue con su erre que erre. Una dirigente vecinal, Guadalupe Rodríguez, muy activa en la comisión de Cultura, intentó en vano que el Consistorio rectificara y llamara a la plaza del teatro Cervantes –fue su arquitecto– la plaza de Gerónimo Cuervo, pero la comisión técnica de calles lo ha desestimado.

Lástima que don Luis no pueda echarles un rapapolvo. Con Gerónimo/Jerónimo pasa como con Genaro/Jenaro: con g denota origen italiano, lo que en España no impide que Gerónimo Cuervo pueda llevar su nombre auténtico con normalidad, aunque se lo niegue el callejero. Don Luis, otra vez será.

Equilibrios

El pasado martes, dos guiris de unos 40 años cruzaron los semáforos del Parque y el Málaga Palacio, para ir en dirección a la calle Larios con sendas botellas de agua mineral de un litro en la cabeza, manteniéndola con dificultad en equilibrio. Una prueba de equilibrio –o de desequilibrio conjunto, dirán algunos–.

Disparidad

Si Málaga está llena de contrastes, uno de los más marcados lo encontramos en la calle Frailes, donde tiene su sede un grupo financiero del país de los quesos, los relojes de cuco y los bancos y justo enfrente, tenemos uno de los núcleos de viviendas sociales en donde los vecinos más denuncias presentan por problemas de convivencia y de inseguridad.

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