De la reposición de obra pública y los fetichistas

18 Nov

Ya lo advirtió el desaparecido poeta Alfonso Canales cuando descubrió el busto a su persona en los jardines del Barrilito: pasarían los años y el monumento sería campo de aterrizaje de las palomas, hasta convertirse en un homenajeado ignoto, devorado por el paso del tiempo, ese que devora a todas las personas salvo al presentador de Saber y Ganar (esto último no lo dijo el poeta).

Pero no sólo las palomas y las manecillas del reloj juegan en contra de la fama mundana esculpida en bronce o en cualquier otro material. El Ayuntamiento de Málaga sostiene desde hace años una callada lucha contra una categoría de mamíferos que bien puede encuadrarse en la de fetichistas vandálicos.

Ya saben, estos sujetos, en lugar de llevarse de recuerdo un imán para la nevera con los monumentos de Málaga, prefieren arrancar directamente un trozo de monumento y en concreto, de nuestra amplia gama de estatuas.

Alguna vez hemos comentado aquí cómo el Consistorio, vista la moda, ha decidido sustituir las partes arrancadas por otras de pega, porque si cada vez que alguien se lleva un souvenir volviera a encargarlo de bronce, la prima de riesgo de Málaga superaría la de Italia, y no está el horno para bollos.

El caso más prototípico es el del monumento a Arturo Reyes, frente al Málaga Palacio. El escritor malagueño lleva años aguantando en silencio cómo una ristra de majarones le arranca la rosa que sostiene la estatua de una mujer, uno de sus personajes. Perpetrada la extracción floral, algunos bromistas o amigos de la perfección suelen colocar en el lugar del hurto una flor de verdad, mayormente una flor del pacífico que hace guardia al lado.

El monumento al Biznaguero también es objeto de una de estas misiones imposibles. En este caso, el perturbado fetichista debe superar el macizo vegetal que rodea la obra, trepar por ella y una vez en lo alto, en lugar de disfrutar de las vistas de los Jardines de Pedro Luis Alonso, arranca sin piedad todas las biznagas que puede.

Del monumento a Félix Rodríguez de la Fuente mejor no hablar. O mejor sí. Sin duda el estado habitual en que se encuentra el naturalista es el reflejo del amor por los animales que demostramos en Málaga (escaso). El halcón que sostiene en teoría en su brazo ha volado innumerables veces, gracias a la pericia de nuestros ungulados bípedos. El Ayuntamiento realiza copias del pájaro, a sabiendas de que nuestra capacidad para superar el ridículo es infinita.

Por último, y no por ello la última que se queda sin algunas de sus partes consustanciales, hay que mencionar la estatua sedente de Pablo Picasso, en la plaza de la Merced. No hay que ser adivino, pero fuentes municipales consultadas por esta sección ya se olían, nada más ser inaugurada, que la escultura necesitaría recambios. Así fue

Al menos el pasado miércoles faltaba de su domicilio el pincel del artista con el que, quien se lo haya llevado de recuerdo, se retrata.

Pero no teman. En la parte de la rotura observarán una especie de pasta, signo de que ha sido extraído uno de los pinceles de repuesto. Esto es lo que hay.

Una respuesta a «De la reposición de obra pública y los fetichistas»

  1. Doy fe de ello. Lo que dices cuadra con cosas similares que he podido constatar personalmente en Cueva del Tesoro, gruta a la que por cierto el propio Alfonso Canales, en su día recorriéndola con mi padre ( ambos ya en su Paz ) definió como «Un fantástico Museo de Arquitectura Abstracta». ¡Museo de Arquitectura abstracta! ¡Magnífico!
    Valga la anécdota para tomar conciencia de la necesidad de actuar con firmeza en la protección de todo nuestro Patrimonio.
    Gracias por tus escritos, Alfonso. Ahora, a ambos Alfonso : Canales, y tú, Vázquez.

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