Uno de los mayores errores de la planificación urbanística en Málaga ha sido la concentración excesiva de viviendas sociales en determinados puntos de la ciudad o en lugares tan alejados del núcleo urbano que no sería extraño encontrar en esos parajes el famoso mechero perdido por Franco.
Por poner un ejemplo, la última vez que un servidor hizo un reportaje en las viviendas de Las Castañetas, en Campanillas, recogiendo el parecer de vecinos hartos de la dictadura de una minoría que se comporta como los bárbaros a las puertas de Roma, lo tuvo que hacer de completo incógnito, dando cuenta de los testimonios de los acongojados vecinos fuera del alcance visual de algunos personajes poco amigos de indagaciones.
El mismo sigilo y cuidado hay que tener para referirse a lo que, desde hace años, viene pasando en el bloque (o más bien los bloques) de la calle Los Negros que hace esquina con la calle Frailes y la calle Refino.
Para empezar, el arquitecto no tuvo otra cosa que hacer que idear una especie de fuerte apache cerrado, con un patio interior que asemeja toda la construcción a una gigantesca cárcel en medio del Centro Histórico. Testimonios vecinales bastante solventes hablan incluso de un verdadero código carcelario el que se establece en este universo cerrado, con una minoría de unas 20 personas que ejerce su voluntad, en una comunidad con 99 viviendas.
Y sin entrar en detalles, ¿ustedes qué pensarían si a la Junta se le ocurriera tener en este pequeño y peligroso mundillo un bloque para personas necesitadas de un cuidado especial? Pues este sinsentido se da en esta urbanización en la que la compraventa de droga es tan antigua como el comer.
Si acaso, lo que han bajado son los actos intimidatorios, pues uno de los vecinos, amigo de sacar su pistola en lugares poco adecuados, se encuentra pasando una temporada a la sombra por acuchillar a quien no debía.
Hace años que los vecinos de las viviendas sociales del Centro demandan un ambicioso plan que acabe con la dictadura de una minoría violenta. Cosas se han hecho pero no son suficientes. El de la calle Los Negros es uno de los ejemplos más contumaces.
Después de cometer la insensatez de concentrar de forma exagerada las viviendas sociales o su contrario (aislarlas en mitad del campo), las administraciones se limitan a procurar que la sangre no llegue al río. Y a ese río, ya lo sabemos en Málaga, hay que darle una solución, en este caso para que deje de ser una enorme cicatriz social.
Fluidez
Ayer al mediodía, un policía local daba instrucciones a una pareja en francés para ir desde la plaza de la Marina a la zona de la Catedral.
Las instrucciones, por cierto, las dio en un perfecto y fluido francés. Para que luego digan que en Málaga los idiomas extranjeros nos entran por un oído y nos salen por el otro. Cada vez hay más excepciones, afortunadamente.