Las inscripciones urbanas denotan en Málaga que la perturbación autóctona que nos caracteriza puede alcanzar, en ocasiones, cotas cinematográficas y hermosas.
Ahí estaba esa pintada en la chimenea de los Guindos, esa gigantesca «Mónica» que un joven enamorado dejó en el ladrillo jugándose literalmente el pescuezo. En la calle Joaquín Costa se ha repetido el experimento, aunque se trata de una acción mucho menos arriesgada. De hecho, si acaso el autor de la hazaña se limitará a tener dolor en los riñones.
Se trata de una pintada considerable, de unos cincuenta metros de largo, que ha sido realizada en la acera de esta calle vecina de Nuevo San Andrés, formada por numerosas traseras de locales. Consiste en una pintada con enormes letras rosas y borde negro que forman la frase «Patricia te amo». Desde luego, Patricia deberá estar ya enterada de esta declaración de amor.
El autor de la frase juega con el factor tiempo y con la logística: al ser una calle poco transitada, las posibilidades de que el Ayuntamiento baldee sus aceras son muy remotas, así que bien puede permanecer muchos años (a no ser que algún político lea este artículo y, picado en su amor propio, ordene borrar ya la declaración amorosa).
Lo curioso es que el carácter secundario y casi marginal de esta calle nos lo aporta una segunda pintada que parece hecha por algún vecino desesperado. En una puerta, cuya parte inferior aparece ennegrecida por siglos y siglos de micciones continuas, puede leerse esta súplica: «Por favor, orine en el water, tengo niño, gracias». Por el alarmante oscurecimiento de la puerta, no parece que haya surtido efecto.
Desemboca esta calle en el bonito paseo peatonal flanqueado de ficus y jacarandas al final del cual se encuentra la parroquia de la Virgen del Camino. Quién sabe si esta iglesia no es frecuentada por esa misteriosa Patricia, inmortalizada a lo largo de 50 metros de la calle Joaquín Costa.
Paramecios
En la calle Ayala monta guardia un viejo plátano oriental, con un tronco que recuerda por sus hechuras al barrilito de los jardines del Puerto (o de Alfonso Canales). Tanto espacio ha sido aprovechado por algún paramecio para realizar un dibujo que no pasará a la historia de la pintura, como tampoco pasará la frase que hay debajo, de indudable aroma malagueño: «La vela puerca». Ciertamente, el adjetivo descalificativo bien podría aplicarse al autor o autora de esta proeza.
El hallazgo
Una joven madre se ha puesto en contacto con esta sección para denunciar el hallazgo de un objeto poco apropiado para encontrase en lo alto de una chorraera, en el parque infantil de los jardines de Picasso.
La verdad es que si uno lleva a su niño chico a jugar al parque, no espera encontrarse un preservativo usado en lo alto del tobogán, pero la vida está llena de sorpresas, y de decisiones acertadas: la madre decidió llevar al niño a un parque más higiénico.
De historias como esas que aquí se cuentan, historias menudas que a la postre hacen la historia de una ciudad y de sus gentes,- anónimas aunque se llamen Patricia -, está tejida finalmente la Historia. Si no lo creen ustedes, acudan a los Nueve Libros de la Historia, de Herodoto, y vean cómo muchas de las cosas que cuenta el de Halicarnaso no son ni más ni menos que anécdotas como muchas de estas de las Crónicas de Alfonso Vázquez. Vean : lean.
Gracias, Alfonso.
Esperemos que la agraciada sepa reconocer la gesta y no la desprecie influida por costumbres de las series juveniles. Las pisadas de los transeúntes y el tiempo, volverán el rosa negro y ya no se apreciará lo que pone mucho antes seguro de ue toque un baldeo por la zona. Es un verdadero acontecimiento que rieguen las calles, al menos las que no son céntricas.