La calle Correo Viejo hacía honor a su nombre y había quedado avejentada. Unas recientes obras chapuceras habían levantado el enchinado artístico de la calle, y los promotores de la obra, en lugar de recuperarla, habían colocado unas cutres losetas.
Esta mala faena de aliño continúa, pero la calle ha ganado bastante gracias a la recuperación municipal de una placa conmemorativa de 1909 en la casa natal del Marqués de Salamanca (José de Salamanca y Mayol, por más señas). Olvidada y llena de porquería, hasta hace unos meses parecía conmemorar que en ese modesto edificio vivió a algún orco de El Señor de los Anillos, pues no había manera de identificar de quién era esa efigie mugrienta.
La conmemoración del 200 aniversario del nacimiento del hombre de negocios malagueño, el pasado mes de mayo, ha devuelto la identidad del homenajeado y ha revelado la existencia de una bonita placa de aires modernistas. El conjunto mejora por la noche, con la colocación de un foco instalado justo debajo, que ilumina con discreción esta obra felizmente recuperada.
Leído así, parece un detalle sin importancia, pero paseen ustedes a partir de las nueve de la noche por esta calle. Si no miramos a su enchinado artístico, arrancado casi a la mitad por una actuación demencial, concluiremos que el Correo Viejo ha rejuvenecido. Felicidades al Ayuntamiento.
Ignorancia
Se encuentra a pocos metros de la nueva sede central del Partido Popular, en la avenida de Andalucía. El autor de estas líneas pensaba que puesto que los responsables del actual equipo de gobierno del Ayuntamiento pasarían tan cerca del invento, caerían en la cuenta, pero no ha sido así, y una de las piezas más grandes y notables de la arquitectura industrial de Málaga permanece como el monumento al soldado desconocido.
Nos estamos refiriendo a la máquina de vapor de la azucarera Hispania, que se encontraba cerca de la desembocadura del Guadalhorce. Fue fabricada a finales de los años 20 por la empresa francesa Five-Lille, aunque la fábrica no comenzó a funcionar hasta 1932 y cerró en 1994.
Estos datos hay que buscarlos en los libros, porque el Ayuntamiento no ha tenido en todos estos años la sensibilidad de colocar una placa informativa. Nadie sabe pues qué es este cacharro ignoto.
Tampoco parece que la cercanía de la sede política haya despertado un mínimo de interés por el asunto. Habrá que concluir que vivimos en Málaga y con eso está dicho casi todo.