Esta sección ha constatado que, admitida la torpeza intrínseca de todas las administraciones, la más torpona e ineficaz de todas es la que más lejos tiene el sitio que administra con respecto a su sede central.
Eso es al menos lo que ocurre en Málaga en casos que claman al cielo, pero que parecen entrarle por un oído y salirle por el otro a nuestra querida administración central.
Hace unos días calibramos su grado de pasotismo e ineficacia con ese pasillo de cabras y basura que administra, el antiguo Camino de Casabermeja, que conecta con el jardín botánico de La Concepción.
Después de 17 años de funcionamiento de la histórica finca, los visitantes del jardín y los familiares del psiquiátrico de San Juan de Dios siguen jugándose el cuello con los coches y sorteando la porquería de esta inolvidable senda. 500 metros de longitud que siguen sin una farola ni una mísera acera.
Otro aspecto de la desgana entra de lleno en un problema de salubridad pública. En agosto de hace dos años se clausuró la prisión provincial, pero las instalaciones siguen en manos del Gobierno central, a la espera de que sean devueltas al Ayuntamiento (no olvidemos que esos terrenos fueron a su vez cedidos en su día por el Consistorio).
Pero en este interregno administrativo, el patio delantero de la cárcel, el que da a la avenida de Ortega y Gasset se ha llenado de basura y porquería hasta límites que rozan la Ciencia Ficción. Como la prisión ya no tiene uso, sus responsables se han desentendido totalmente de ella y ni siquiera cuenta ya con vigilancia contratada. El resultado muy pronto recordará a esas huelgas de basura napolitanas.
La zona más perjudicada por esta exhibición de inhibición de los poderes públicos es la que da a la calle Virgen del Pilar. En el patio encontramos sillas destrozadas y material de tráfico como los clásicos separadores de plástico que se colocan en las obras. Pero lo que destaca por encima de todo es una verdadera montaña mágica de latas de cerveza que llega al metro de altura.
Lo curioso es que los zánganos que han ido tirando las latas tienen gustos muy diversos, y además de la cerveza tradicional hay cerveza sin alcohol y hasta bebidas energéticas, aunque sus consumidores no se han ahorrado la energía de ensuciar la cárcel.
El lateral que da a la calle Valderaduey, con más baja densidad de basura, presenta sus buenos cerros de hojas secas y una intensa tufarada a caca de gato. Y es que los gatos han tomado la prisión provincial y son muchos los transeúntes que los alimentan. Restos de comida para gatos y una buena tanda de recipientes pueden verse desde la acera.
Si de memoria histórica se trata, es una vergüenza que la administración central se desentienda de la prisión provincial y la tenga hecha unos zorros. No hay excusa administrativa que valga ante estas montañas de desidia que no dejan de crecer. La única respuesta que reclaman los vecinos de la zona es que la Subdelegación del Gobierno reaccione y mande limpiar este inaceptable paisaje.