Ustedes recordarán que durante cerca de 30 años los políticos y los periodistas de Málaga se empeñaron en nombrar de forma equivocada a un joven malagueño, fallecido durante la Transición.
Estamos hablando de Manuel José García Caparrós, el joven asesinado el 4 de diciembre de 1977 por disparos de las fuerzas del orden (es un decir). Alguien tuvo que tomar mal su nombre en esos días porque a partir de esas fechas fue conocido por su nombre colocado en el orden equivocado: José Manuel, en lugar de Manuel José. Como es lógico, la calle con su nombre, junto al puente de Tetuán, lució hasta hace bien poco el nombre erróneo.
Tuvo que publicarse en 2007 un interesantísimo libro sobre su muerte para que su autora, Rosa Burgos, aclarara de una vez el malentendido, un error que las hermanas del joven, por prudencia, no quisieron aclarar en su momento.
Las autoridades han tomado nota del error y hoy el callejero de Málaga incluye la calle dedicada a José Manuel García Caparrós.
Ha tenido menos suerte el arquitecto municipal Gerónimo Cuervo. Como trató de aclarar toda su vida don Luis Cuervo –el nieto de este famoso personaje– el nombre de su abuelo se escribía con G, «como el del famoso indio», aclaraba.
Pero su insistencia y aclaraciones en sus más de 90 años de vida han sido en vano. Algún político, funcionario o experto ha interpretado que el nombre era una errata, un capricho decimonónico que había que actualizar y desde entonces, nadie ha rectificado.
De hecho, estos días en los que se rehabilita el Cervantes, que recuperará su color ocre original, pueden darse una vuelta por la plaza del Teatro, la que lleva el nombre del arquitecto que lo hizo posible y verán cómo la placa sigue poniendo Jerónimo Cuervo y no Gerónimo, que es con el nombre con el que vino al mundo.
Sirvan al menos estas líneas en recuerdo de su nieto, don Luis Cuervo, que a quienes le conocieron no dejó nunca de puntualizarles cómo se escribía de forma correcta el nombre de su abuelo, tal y como atestiguaban documentos familiares: «Es con ge, como el indio Gerónimo, con jota está mal escrito», decía.
Pues ni siquiera ahora, cuando se rehabilita la fachada del Cervantes, hay manera de rehabilitar el nombre de su creador.
Un mundo nuevo
Nunca es tarde para descubrir mundo, incluso el que tenemos a la vuelta de la esquina. Ayer, una señora comentaba a una amiga en un autobús de la línea 11 su sorpresa porque esta línea tuviera parada en el Paseo de Reding.
Acostumbrada a ir en taxi a unos grandes almacenes muy cerca del Puente de Tetuán, su sorpresa aumentó al saber que la línea de la EMT terminaba en la Alameda Principal. «¿Y da la vuelta?», preguntó. Ciertamente da la vuelta y así está todo el día en un continuo ir y venir, como todas las líneas de la ciudad. Bienvenida al transporte público de Málaga. Nunca es tarde.