Dicen las malas lenguas, y también algunos economistas, que la actual defensa del Real Madrid –uno de los dos únicos clubes llamados a ganar la Liga Española las próximas décadas– supera con creces el presupuesto de la Línea Maginot. Del centro del campo y la delantera ni hablamos.
El sistema defensivo ideado por los franceses tras la Gran Guerra de nada sirvió cuando los nazis quisieron conocer París, pero ha quedado como paradigma de un esfuerzo defensivo ambicioso y caro.
En Málaga, hasta hace bien poco, nuestras defensas habían sido los montes, lo que nos había deparado por un lado un clima envidiable y en estrecha relación con este bien, un desarrollo urbanístico desquiciado, propio de ciudad costera bravía.
Pero hace unos años que en nuestra ciudad se comenzó a gestar una doble Línea Maginot. Sin alcanzar, ni por asomo, los presupuestos del Ministerio de Defensa francés de la época ni los de Florentino Pérez, nuestro Ayuntamiento, con muy buen tino en los comienzos, quiso alegrar un poco la vida a los viandantes del alicaido puente de Tetuán, que tiene por vecindad, para empezar, el edificio-colmena de Hacienda, sin olvidar el cauce del Guadalmedina, que pocas veces está a pleno rendimiento.
Y fue una buena idea colgar maceteros con geranios del puente para dar un aire menos alicaído a una zona de tránsito que lucha contra la impersonalidad.
El problema, como bien sabemos en Málaga, llega cuando el ornato se vuelve excesivo, y en lugar de un puente con geranios nos encontramos con una Línea Maginot de flores.
En la pasada temporada, en los anuncios de rebajas de unos grandes almacenes, las modelos salían expelidas de gruesos setos de flores, y esta era la sensación que daban los dos murallones florales del Puente de Tetuán.
Para los malagueños que en la altura (física) estamos más cerca de Woody Allen que de Pau Gasol, echar un vistazo al río Guadalmedina, y a su paisaje, por muy deprimente que nos pueda parecer, era tarea imposible a no ser que lleváramos zancos, lo que no suele ser la norma.
Pero estas circunstancias, tan limitadoras para la vista, han cambiado en los últimos días porque nuestro Ayuntamiento acaba de cambiar los geranios, que han vuelto a su altura primitiva, o lo que es lo mismo, ha recortado sus buenos metros de murallón.
Lo ideal sería que esta situación se prolongara en el tiempo y cuando los geranios amenazaran con pegar el estirón, jardineros municipales se encargaran de dejar bien claro quién manda aquí.
Era una idea muy buena pero, de tanto dejarla crecer, se convirtió en un incordio. Siempre hay tiempo de rectificar. Para Línea Maginot ya tuvimos esa cara inutilidad francesa.
Georgie Dann
La palabra «merendero» se está convirtiendo en una reliquia en Málaga por el avance imparable del «chiringuito».