Si algo de bueno tienen los programas electorales es la ilusión que pueden concitar en las almas más cándidas, como la de esos niños cuando redactan la carta a los Reyes Magos.
Claro que ya sabemos lo que ocurre con este tipo de cartas a los sabios de Oriente: si acaso la mitad de lo que allí consta luego se convierte en un regalo con presencia física. El resto, como todos sabemos, se convierte en parte sustancial de la lista de presentes del siguiente programa electoral.
Uno de los regalos que la crisis dejó por el camino fue el nuevo mercado de Huelin, incluido en el programa electoral del PP en 2007 y, con toda seguridad, por la cuenta que les trae aparecerá con los mismos lazos en el programa de 2011.
La veterana y peleona asociación de vecinos, por si acaso, ya tuvo en 2010 reuniones con todos los grupos políticos para asegurarse esta infraestructura que hace falta como el comer –máxime cuando hablamos del mercado–.
El actual es sencillamente decrépito y bien podía protagonizar alguna actualización cinematográfica de La caída de la casa Usher de Edgar Allan Poe o incluso que sirviera para el rodaje de Andaluces por el mundo –en concreto, para el capítulo dedicado a la República de Palaos que debe tener unos mercados del mismo porte, con perdón para esta excolonia española de los Mares del Sur–.
Inaugurado pocos días antes de las elecciones generales de 1977, el proceso de oxidación del letrero del mercado se puede seguir desde entonces en la torre verde con la que se remata la infraestructura.
En la fachada dominan los descascarillados, las pintadas tamaño king size, los cables mal puestos y unas persianas desvencijadas y cerradas que acumulan tanta mierda –con perdón– como la funda de un jamón.
Pero quizás, la prueba más palpable y simbólica de que al mercado hace mucho que se le pasó la hora sea el cartel municipal con un escudo de Málaga completamente desvaído, en el que el monte Gibralfaro y los santos patronos hace años que se marcharon, quién sabe si a ciudades más sensibles.
En el interior, celosías geométricas de los años 70 con las que se adornaron cientos de mercados y estaciones de autobuses de España, y un suelo moteado que parece inspirado en 101 Dálmatas.
Llama la atención que justo enfrente, en la calle Emilio La Cerda, siente sus reales desde hace años una despampanante y moderna sede municipal.
El nuevo mercado de Huelin contaría, si algún año se lleva a cabo, con aparcamiento subterráneo y una planta para equipamientos sociales.
Alguna vez se habló de un presupuesto que rondaría los 22 millones de euros y al Ayuntamiento le encantaría que la Junta pagara la mitad. Esta por ver si esta cohabitación de administraciones rivales dará su fruto en Huelin o si todo volverá a quedar en cuatro años más de frustración vecinal.
Casualidades de la vida, un servidor acaba de comprobar que una de las mociones del pleno de ayer versaba sobre este asunto que, salvo a los vecinos de Huelin, importa más bien poco si nos atenemos a las últimas cartas a los Reyes de Oriente.
Si llego a saber esta mañana, Alfonso, cuando pasé por La Opinión de Málaga a llevarte un libro, que estabas por Huelin haciendo tu habitual tarea que esta ciudad te va deber agradecer un día con todas las de la ley, me hubiera ido para allá. Bueno, pues no, me quedé atascado en Doña Mariquita y me tomé un café, mientras pensaba «ya tendrá que ser el martes cuando le llevemos el libro a Alfonso». Y a lo que iba : me temo que tienes una vez más tanta razón como un santo, y que las administraciones volverán a ser ni-ni : «ni lo hago yo, ni te ayudo a que lo hagas tú». Ah, y apúntame esto de las Administraciones Ni-Ni, que podemos «siglar» (siglar, no existía hasta hace un instante; podría admitirse argumentando con Dámaso Alonso que ya que estábamos en el pasado siglo XX en un «siglo de siglas», ahora en el XXI se admita el verbo «siglar», que valdría por «poner en siglas»…Ufff, cómo me lío!), siglar el sintagma, decía, en Ad-Ni-Ni.
-Usted, ¿qué quiere ser de mayor?
-¿Yo? Mucho más joven, y gerente de confianza de Ad-Ni-NI. Mejor me voy ya a descansar : ha sido un día muy largo, y no son horas de.
Disculpa, Alfonso; disculpen señores, si han tenido la paciencia de leer todo esto. Y que el buen Dios les bendiga a todos.