Aunque Ortega y Gasset ya nos previno en su día contra la rebelión de las masas y la aparición del hombre-masa, complaciente y anodino, el Ayuntamiento de Málaga ha optado por dar la espalda a esta realidad filosófica y optar por la rebelión de las mesas, facilitándole los cauces adecuados.
Lo de cauces no es ninguna metáfora, cada calle del Centro Histórico nuestro Consistorio la considera un cauce por el que navegan las mesas, que al fin y al cabo son las que le suministran el caudal municipal.
Hace unos días hablamos del hartazgo de los vecinos del Centro, que querían rebelarse, valga la redundancia, ante la desaparición de la plaza de Camas, abducida en buena parte por las instalaciones del Mercado de las Artes.
El abuso de la figura del hombre-mesa ya está produciendo daños colaterales en otros frentes. Hace unos meses este diario publicó un reportaje sobre el cabreo de los sufridos vecinos de la calle Alcazabilla ante el caudaloso panorama de terrazas al aire libre que se le presentaban, algunas con más mesas de las autorizadas.
Isabel, una vecina que llevaba once años viviendo en esta calle, ha visto cómo la gota colmaba el vaso (colocado, cómo no, sobre una de las decenas de mesas de esta calle) y ha tomado las de Villadiego con gran dolor de su corazón.
Puesto que no puede dormir y la ocupación de la vía pública es excesiva y en ocasiones hasta contraria a lo que permiten las ordenanzas, ha optado por buscar un hogar junto a la plaza de los Monos.
Corre el riesgo, eso sí, de que el Ayuntamiento le dé por reformar una vez más esta plaza de monos extintos y de nuevo el hombre-mesa se extienda por sus nuevos dominios.
Al menos en Málaga las cosas están claras y no hay medias tintas. En el difícil equilibrio entre peatones-vecinos por un lado y los negocios por otro, el Ayuntamiento aboga decididamente por estos últimos y deja al primer grupo que se apañe como pueda o en el caso de Isabel, que se busque territorios sin mesificar en los que la gente pueda pasear sin necesidad de ir en fila india y dormir de un tirón sin ruidos hasta altas horas de la noche (por ahora, claro).
Parking y bochorno
Y si muchas calles del Centro se han peatonalizado para dar paso a un río excesivo de mesas, algunas playas de Málaga no cumplen ese requisito anunciado hace siglos por Alfonso X el Sabio, que señalaba que los mares y las riberas pertenecían a todas las personas de la Tierra.
Los mares puede, pero no las playas, sobre todo si, como ocurre con la playa de las Acacias, se transforma todos los fines de semanaen un bochornoso aparcamiento ilegal para que decenas de vehículos hundan el cariacontecido prestigio de nuestras arenas.
Las denuncias de las asociaciones de vecinos del Palo y Pedregalejo no han servido de momento de mucho y el Ayuntamiento sigue demostrando que, si le entra la flojera y se pone incompetente, difícilmente tiene parangón administrativo.
Cuando ni la cercanía de las elecciones puede con esta abulia todos salimos perdiendo.
Las terrazas(esas mesas que a usted parece que tanto le disgustan)no solo aportan dinero contante y sonante al Ayuntamiento,que no esta nada mal,sino tambien a los propietarios de los locales que pagan por ellas y que no debemos olvidar que son los que dan puestos de trabajo,que tampoco esta nada mal,me parece a mi.
En mi opinión, sillas en las aceras solo debieran estar permitidas en barrios expresamente dedicados al «negocio» hostelero, es decir donde no viva nadie. Y el bar de barrio de toda la vida, al menos debería estar eficazmente insonorizado (contando, además, con la buena educación de los «silenciosos» clientes interiores). Por demás, que la señora Isabel haya tenido que tomar las de Villadiego, con gran dolor de su corazón, para mí es motivo suficiente para no votar al PP, ni al PSOE.
Un saludo, y muchas gracias, señor Alfonso.
En mi opinión, sillas en las aceras sólo debieran estar permitidas en barrios expresamente dedicados al “negocio” hostelero, es decir, donde no viva nadie. Y el bar de barrio de toda la vida, al menos debería estar eficazmente insonorizado (contando, además, con la buena educación de los “silenciosos” clientes interiores). Por demás, que la señora Isabel haya tenido que tomar las de Villadiego, con gran dolor de su corazón, para mí es motivo suficiente para no votar al PP, ni al PSOE.
Un saludo, y muchas gracias, señor Alfonso.
He oído comentar hace muchos años (soy casi del Jurásico) que un político importante -creo que Sir Winston Churchil- dijo aquello de que «cada país tiene el Gobierno que se merece» y los malagueños, para no ser menos, también tenemos el Ayuntamiento que nos merecemos. Si se prestan oídos (al «descuido», claro) a lo que comentan los ciudadanos siempre parece que es la última legislatura del señor Alcalde y sus acólitos, porque todos -bueno, todos no- los ciudadanos no paramos de quejarnos (y con razón) de las arbitrariedades del Equipo de Desgobierno de «La Casona del Parque», pero siempre terminamos votando a los mismos. Vamos a tener que contratar a algún agente del Mossad para que investigue esta paradoja.
Que coraje que me da todo cargado de mesas y de sillas, que cualquiera pasa por algunas calles..hay que buscarse un gps para ir por las acera