Según los cálculos más precisos, sólo en la batalla de los Lagos Masurianos asistió más público que a la Semana Santa de Málaga este año. Otras fuentes también se refieren al asalto al Palacio de Invierno y los menos imaginativos a la Romería del Rocío en la que, según una vieja tradición, desde hace por lo menos 40 años se da cita un millón de romeros (ni uno más, ni uno menos, será que se han puesto de acuerdo los mismos y nadie falla).
De cualquier manera, la capacidad de convocatoria de la Semana Santa ha aumentado en los últimos años, aparte de por méritos propios, gracias a dos importantes hitos: la llegada del AVE y la llegada de Antonio Banderas y Carmen Thyssen.
Sin desmerecer ni mucho menos la preciosidad de nuestros tronos, en esta España de tertulias del corazón sin famosos no hay fama.
Muchos cofrades malagueños han sufrido en silencio, durante años, la aparición estelar en Telesur y luego en Canal Sur de personajes muy conocidos que visitaban la ciudad hermana para admirar sus pasos y ver en qué consistía eso de llevarlos sobre el cogote.
Desde el punto de vista de la promoción turística a nuestra ciudad le faltaban unas cuantas caras conocidas, habida cuenta de que invitar todos los años al ministro de turno no colaba, porque siempre han sido aves de paso y en ocasiones, hasta pájaros de mal agüero.
Podrá ser un punto de vista frívolo pero la cruda realidad es esta. Algunos pensarán incluso que no se pueden meter en el mismo saco a Antonio Banderas y a Carmen Thyssen, siendo el primero, además de malagueño, un gran conocedor de la Semana Santa, como ha demostrado en su pregón, mas para ese telespectador de Socuéllamos o de La Coruña, que piensa con lógica que el varal es una de las partes de un carro de mulas, lo que primero le puede llamar la atención es la conexión entre una cara conocida y el evento al que asiste.
Desde esa óptica, las caras conocidas son necesarias, aunque siempre se corra el riesgo de que a María Teresa Campos se le ocurra invitar a sus compañeros de trabajo. Pero incluso si este turbio incidente se produjera, también recogeríamos réditos turísticos.
Por supuesto que sería mucho más glamuroso y saludable que asistieran Scarlett Johansson, Carla Bruni, el príncipe de Gales o Woody Allen pero nadie puede dudar de que sacar de paseo por la calle Larios a algún experto en berridos de Sálvame elevaría la popularidad de nuestra Semana Mayor.
Por otra lado, el AVE también está siendo un factor clave para atraer a los madrileños. Hasta la llegada de este medio de transporte, la mayoría se desviaba a la ciudad hermana y ahora se abre el abanico de posibilidades.
En suma, nuevos tiempos para la Semana Santa, que gana en impacto mediático y en visitantes de los Madriles. Aunque bien mirado, tampoco pasa nada si los tertulianos del corazón continúan cantándose las cuarenta sin salir del plató. Allí están más guapos.
Queda por ver si los visitantes, al contemplar esas hechuras y esos laterales de nuestra tribuna mayor más propios de un cocherón de feria tienen ganas de repetir pero esa ya es otra historia –siniestra–.