No hace muchos años, el autor de estas líneas recorría el páramo lleno de matojos y basura donde hoy se asienta el magnífico nuevo Parque de la Alegría, entre las casas mata de San José y Ciudad Jardín.
Un dirigente vecinal denunciaba entonces que en ese terrizo de mala muerte algún desaprensivo había desperdigado en varias bolsas ingentes cantidades de papel con facturas de algún negocio. En esos inhóspitos momentos siempre surgen dudas sobre el futuro de la Humanidad en su conjunto.
La inauguración del parque de la Alegría pone fin a este oscuro interregno. Las obras han sido costeadas por el plan Zapatero y han costado unos 2, 5 millones de euros, mientras que el Ayuntamiento ha costeado la verja, que literalmente no se la salta un galgo y si lo hace, pobre de él, porque termina esta en unos puntiagudos remates, afortunadamente situados a gran altura, aunque no estará de más rebajarlos para evitar el accidente de algún gamberro.
Pero no sólo hay que ponerle algunos peros a la verja, que por lo demás está bastante bien y dará seguridad al entorno, de hecho el parque tiene una pinta magnífica pero como suele suceder en estos casos, será propenso a las insolaciones.
El predominio de las palmeras en el paisaje no anuncia gran cantidad de sombra los próximos 20 veranos, aunque en el paseo exterior de la zona verde hayan plantado árboles que, de momento, nadie tiene el gusto de conocerlos porque son de hoja caduca (ayer al menos no tenían).
Una solución ingeniosa a tantas palmeras y a tan poca sombra ha sido la llegada de unas pérgolas tubulares a modo de estructuras lunares, cubiertas de tela que mitigan el solerío.
Habrá que darle cuartelillo a este parque de la Alegría para ver si las especies vegetales nos deparan lo que anuncia su nombre. Mientras tanto, hay que resaltar que los equipamientos están muy bien: hay un gimnasio blanco para mayores, una pista azul para correr y otra verde para las bicis, pero sin duda lo mejor es la zona infantil, con unas instalaciones que nada tienen que envidiar a la casa de Pipi Calzaslargas, aderezadas con un sapo, una mariquita, un caracol y un camaleón a punto de camuflarse en un azul prusia.
Lo dicho, un parque completo, con poca sombra, demasiadas palmeras, buenas instalaciones y una verja que debería limar las asperezas. En conjunto, mil veces mejor que el terrizo infectado de facturas del pasado, y lo mismo hasta eran falsas. Felicidades.
Indiscreciones
En el grupo de las pintadas críptico-poéticas hay que enmarcar una realizada en las proximidades del puente de la Aurora, en un murete asomado al Guadalmedina y que dice lo siguiente: «Las luciérnagas van a triunfar».
Una frase preciosa, realizada, lástima, en caracteres king size que obligarán una porción de tiempo de trabajo y dinero ajeno al grafitero para borrarla. Aquí va un consejo para este melón desconocido: «Vive la discreción». Una experiencia mejor que las luciérnagas.
«…aunque no estará de más rebajarlos para evitar el accidente de algún gamberro.» En esa observación, Alfonso, queda bien patente tu estilo de persona de valía y noble corazón, pues lo primero que cualquiera pensaría, tal y como están ( y como suelen estar) muchas cosas, sería algo así como «bien altos – los pinchos de hierro- para que si a algún gamberro se le ocurre saltar… «etc., etc.
Un saludo cordial y muchas gracias por tus escritos.
A mi me encanta el parque de La Alegría. Ciudad Jardin con el número de habitantes que tiene, que no son pocos, no tenía ningún parque, ya era hora de que hicieran algo allí, que Málaga no solo es el distrito 1 Centro, donde va a parar la mayor parte del presupuesto de Ayto. También existen otros distritos, con necesidades. Muchos más parques hacen falta. Y bueno es que esten con verja, porque claro esta, no sabemos cuidar de lo nuestro. El parque es muy bonito y a mis sobrinos les encanta, buen gusto en el mobiliario,las pérgolas, las instalaciones infantiles, pista de patinaje… esta siempre lleno y es un gustazo ver a los peques disfrutar.