La mala crianza y la tristeza como sistema de juego

4 Mar

En Málaga reciben el calificativo de tristes esas personas que pasan por la vida como sombras errantes y que, en lugar de contener en su seno un volcán vital en erupción, el suyo sólo espurrea ceniza.

Un triste y un cenizo es el entrenador del Real Madrid, un hombre que con el dinero que lleva ganado debería estar dando saltos de alegría, pues él y diez generaciones más de sus descendientes seguro que podrán vivir de las rentas acumuladas por algo tan anecdótico y trivial como enseñar a unos chiquillos a meter goles.

José Mourinho, pese a ser portugués, es todo lo contrario al anticiclón de las Azores. Su papel público consiste en llevar una borrasca atada a la espalda y repartirnos nubes negras en vez de velas del mismo color, aunque la intención sea la misma.

En el argot granadino, es probable que ese rictus ojeroso, amargado y malencarado le mereciera el calificativo de «tío malafollá» y en el gaditano, de «carajaula». En Málaga, las expresiones «un triste» y «un huevo sin sal», captan parte del halo cenizo que nos vende Mourinho en sus lánguidas pero tensas ruedas de prensa en las que, retomando otra expresión malagueña, casi siempre está «malmetiendo».

Si lo comparamos con Vicente del Bosque –un hombre feo pero, en el buen sentido de la palabra, bueno– descubriríamos en el entrenador madridista a un malo de telenovela, incapaz de dominar una preocupante egolatría que, a sus años, no ha dejado de crecer cuando debía haber sido atajada en la adolescencia.

Escribo estas líneas sin saber si el Madrid de Cristiano Ronaldo le ha metido 5 al Málaga o si por el contrario, el Málaga de Pellegrini ha aguantado el chaparrón. Lo mismo da. La liga española se ha convertido en el alter ego de Mourinho: en un gigantesco muermo. En las últimas 26 temporadas el Madrid y el Barcelona han ganado en 22 ocasiones. Ya me dirán dónde están la emoción y la competitividad.

Desde la abrumadora posición de un club que sólo tiene un rival en la liga española, reprochar al actual entrenador del Málaga que no se vaya «a un club grande» suena a prepotencia de patio de colegio.

Sin duda, Mourinho demuestra con esta salida de tono que la educación y el dinero no van a la par y que tiene mucho que aprender de las exquisitas maneras, la modestia y la sencillez de Manuel Pellegrini.

Ustedes perdonarán que hasta que la borrascosa presencia del portugués no se marche a malmeter en otras ligas, un servidor manifieste una importante antipatía al Real Madrid –junto al Málaga el equipo de mi infancia–. Con tristes y mal encarados como el crecido entrenador lo más sensato es mantener una importante distancia de seguridad sobre él y todo lo que le rodea.

Repaso

Después de las denuncias de la asociación de vecinos, estos informan de que el Ayuntamiento está tomando fotos de la biblioteca de Pedregalejo, sin inaugurar y con varios fallos en la construcción.

Una respuesta a «La mala crianza y la tristeza como sistema de juego»

  1. Señor Alfonso, tiene usted razón, pero no le dé usted, a Mourinho, más importancia de la que tiene o merece. Aunque, también parece oportuno decir, que, venir a la Málaga de los merdellones, las corruptelas políticas y económicas, los pelotazos especulativos, el urbanismo basura, el ruido, la generalizada mediocridad, etc., no debe ser plato de buen gusto para nadie, ni siquiera para un multimillonario.
    Un saludo, y muchas gracias.

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