Si algo tiene de bueno el urbanismo de apisonadora con el que en Málaga se resuelve la planificación de la ciudad, es que las soluciones son rotundas y no dejan lugar a las medias tintas.
Por eso, sorprende que en la zona de la Alameda de Colón, que alberga una de las colecciones de arquitectura basura más completas de España, continúe en pie un edificio del siglo XIX bastante bien resuelto.
La única explicación es que, oculto entre tanta construcción mediocre de los años 60 y 70, haya pasado desapercibido incluso en los pasados tiempos de la burbuja inmobiliaria.
Paradójicamente, el auge de la prostitución en la zona seguro que también ha jugado a su favor, pues ni ganas dieron de demolerlo en un barrio tan poco propenso a la venta de pisos de lujo.
Se encuentra en la calle Pinzón haciendo esquina con la calle Somera y se trata de un inmueble imponente de cuatro plantas, con cinco preciosos cierros blancos, balcones de hierro forjado y tondos o medallones en la fachada. En la planta baja, con las puertas selladas, se aprecian restos de un antiguo aparcamiento, así como de un pub, que siguiendo la moda de épocas pasadas es una especie de estructura incrustada en la casa, siendo el resultado estético final de dudoso gusto incluso para la serie Cuéntame.
En su día, la mitad de la fachada fue pintada, pero el tiempo se ha encargado de difuminar este esfuerzo.
En las alturas se aprecian cristales ennegrecido, cuando no rotos, por los que asoman las palomas y se adivinan techos con molduras. Justo en la cornisa, cuatro de estas palomas, inmóviles como gárgolas, contemplan el paisaje degradado y muy pronto se quedarán, finalmente, de piedra, cuando asome la mole de Rafael Moneo un poco más al norte, finalmente autorizada por nuestras inconscientes autoridades.
Que un edificio con las hechuras del de la calle Pinzón permanezca en pie, aunque a duras penas y con firmes visos de caer (desde luego en el olvido), es un verdadero escándalo.
Nuestro concejal de Urbanismo, que tan demoledor anda estos días, no sé a qué espera para acabar con este insulto que rompe la cariacontecida uniformidad del entorno. ¿Para cuándo un solar con posibles?.
El chimpancé
La publicidad arrecia estos días en las farmacias de Málaga para vender a los fumadores métodos para dejar ese vicio, que Ramón Gómez de la Serna describió en sus gregueriás como «una bala de humo» y «humo de diversos precios».
Uno de los anuncios más originales muestra a un chimpancé a tamaño natural e informa de que un mono del zoo de Trípoli (o quizás de Beirut) se quitó de fumar en diez días después de toda una vida de fumador.
Lo que sigue se puede adivinar: si el chimpancé lo ha dejado en diez días, ¿usted va a ser menos? La cuestión es ¿y por qué va a ser más?, que cada fumador se tome su tiempo y si consigue la meta, bienvenido sea sin necesidad de batir marcas mundiales.
Yo ya me había fijado en ese edificio antes, en mi opinión, deberían conservarlo y reformarlo, es bueno mantener edificios de este tipo en la ciudad
En ese edificio vivi durante casi 30 años, la vivienda la alquilo mi abuelo cuando se caso con mi abuela, allí nacio mi madre y mis tias y tios. El arquitecto del edificio es D. Jeronimo Cuervo y es un edificio catalogado por el Colegio de Arquitectos de Málaga y la Gerencia de Urbanismo de Málaga. En ese edificio nació y vivió el que fuera Alcalde de Málaga D. Luis Merino Bayona. También vivió en dicho edificio el último obispo anglicano antes de comenzar la guerra de 1936, D. Juan Mich (según me comentaron mis abuelos).
El edficio lo conforman dos inmuebles, el 9 y el 11 de Calle Somera, antes 3 y 5, cada inmueble se distribuye en planta baja -dedicado a locales, más tres plantas -dos viviendas por planta-, más la planta cuarta dedicada a las guardillas, lavaderos y vivienda de la portera. Cada vivienda tiene aproximadamente 200 metros cuadrados, y se estructura alrededor de un patio interior.
Creo que es de lo último que queda por la zona de la arquitectura de la Málaga de finales del sigo XIX y principios del XX.