Un edificio ignorado por el próximo PGOU

29 Ene

Un viejo chiste asegura que los tres libros más cortos del mundo son el Código de Ética del Ejército Israelí, Quién es quién en Bolivia y Héroes italianos de la II Guerra Mundial.

Falta un cuarto: Catálogo de edificios protegidos del Ayuntamiento de Málaga. Un repaso a este rácano volumen de apenas unas páginas demuestra que, siguiendo una tradición secular, el Consistorio no está por la labor de proteger edificios viejos que difícilmente le producirán los mismos réditos que una promoción de viviendas recién hecha.

Pero tampoco se puede exigir sensibilidad patrimonial a una ciudad que cuando por ella pasó la Ilustración ya hubo serios intentos por recalificarla.

El próximo PGOU prosigue en la misma línea de ciudad bravía y espesita desde el punto de vista de la protección arquitectónica.

Nuestros frívolos políticos están más centrados en crear que en preservar y en demasiadas ocasiones sin los mínimos parámetros de zonas verdes y anchas avenidas (algo que nos aleja de las capitales europeas más prestigiosas pero que nos aproxima bastante a Atenas).

Es lógico pues que si uno otea esta escuálida lista, descubra que uno de los edificios más dignos de protección de Málaga no está protegido. Se trata del edificio de la antigua finca de la Cerda, llamado así porque fue propiedad en el paso del siglo XVIII al XIX de Manuel de la Zerda (con zeta).

Entre los propietarios de estas tierras, que llegaban al pie del Lagarillo Blanco, en las estribaciones del monte San Antón, se encontraba el cónsul de Prusia Adolfo Príes, que la compró a mediados del XIX.

En 1920 pasó a manos de Carlos Krauel y fue en esta finca, en 1931, donde los alumnos del colegio del Palo y los jesuitas se refugiaron durante la quema de iglesias y conventos.

Poco después, en 1935, fue adquirida por el prestigioso psiquiatra Francisco de Linares y Vivar, que lo transformó en el sanatorio psiquiátrico de San Francisco de Asís. El edificio de aires regionalistas es una maravilla y tiene enfrente parte del jardín histórico con ficus, aseguran, de tres y cuatro siglos de vida. Además, todavía se conserva una antigua pista de patinaje.

En sus mejores momentos la finca de la Cerda tuvo huertos, árboles frutales y un lago que fue inmortalizado por un vecino de la zona, el conocido marinista Ocón. Todavía quedan ecos de esplendor tanto en lo que queda de jardín como en la magnífica casa, de la que ofrecemos una vista en este blog.

¿Tiene alguna lógica que el Ayuntamiento no haya previsto proteger de alguna manera este hermoso edificio? En el próximo PGOU no consta.

No estaría mal que uno de estos días algún técnico de Urbanismo se pasara por el sanatorio y cayera en la cuenta del error que supone no incluirlo en lo que sin duda alguna es una de las listas más escuálidas del mundo moderno. Así nos va.

Enero en Málaga

Cuesta de lluvia y almendros en flor.

4 respuestas a «Un edificio ignorado por el próximo PGOU»

  1. Sí, señor Alfonso, nuestros frívolos políticos están más centrados en crear basura que en preservar excelencia. Por lo demás, tampoco las figuras jurídicas de protección parecen ofrecer demasiadas garantías contra los especuladores –inmobiliarios-; vea usted si no lo que está ocurriendo con el edificio de “La Mundial”. A nuestros frívolos políticos les cuesta proteger, pero sin embargo, las tareas de desprotección las practican con una rapidez, eficacia y eficiencia insólita e inusitada.

    Un saludo y gracias.

  2. Los últimos planes generales de Málaga los han redactado siempre un mismo equipo de técnicos:arquitectos, aparejadores, abogados, economistas,etc. El caso es que estos señores son mediocres, bastante flojitos como profesionales. Alguno de ellos no saben apenas redactar un escrito y a otros sólo se les veia a la hora de cobrar. Tienen el agravante añadido de no haber trabajado nunca fuera de los acogedores muros de la GMU. Eso y algunos intereses políticos y privados provoca que los planes de urbanismo en Málaga sean siempre más de lo mismo «cambiar un poco para que todo siga igual» frase literaria famosa que encaja a la perfección en este caso.

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