Decía Borges en uno de sus poemas que cuando pasemos al otro barrio, de nosotros sólo quedarán los objetos.
Algunos de ellos contienen una información muy importante del pasado que es necesario preservar. El Archivo Histórico Provincial de Málaga ofrece estos días una exposición muy interesante y entretenida sobre la salvación del Patrimonio que puede visitarse hasta el próximo 11 de febrero.
En este archivo trinitario se conserva un ejército de legajos, mapas, planos, fotografías y documentos de las administraciones públicas y de donaciones privadas.
Enfrente tiene a otro ejército llamado los imponderables y que van desde un incendio, una inundación, la acción de hongos y bacterias, pasando por ese bichito que se ha convertido en el símbolo de la muestra llamado Lepisma saccharina o pececillo de plata, uno de los mayores enemigos del papel (sin pararse a discernir si lo que se está llevándose al coleto es buena o mala literatura).
La exposición muestra cómo los restauradores luchan contra todos estos males, cuyas huellas también sirven para ahondar, en esta ocasión, en la historia de Málaga.
Es el caso de un documento de 1512 sobre un recaudador de la seda y que además del rastro dejado en sus páginas por los insectos, conservas huellas de barro, posiblemente de la famosa riá de 1907.
Algo parecido le ocurre a un registro del Tesoro Público de 18895, con el rastro chamuscado del incendio de la Aduana que tuvo lugar en 1922.
Las tintas también se desvanecen, como el color de las fotografías. Una de las instantáneas muestra una vista aérea de la Prolongación de la Alameda en 1976 en lo que hoy es la plaza de San Juan de la Cruz, tomada por un color desvaído.
Frente a tantos males, la restauración de los documentos es un trabajo de chinos que deja en pañales a los chicos del CSI. Así, se utiliza pulpa de papel (de algodón y lino) para rellenar los documentos con aspecto de queso gruyere, sin olvidar los tratamientos de desinfección, reducción del ácido del papel y secado que deja ese legajo mohoso como nuevo.
La exposición muestra ejemplos de documentos restaurados como para caerse de espaldas. Libros devueltos a la vida, encuadernaciones que suceden a piltrafas, planos despedazados por mil y una dobleces en las que ya no hay rastro de roturas….
Y los detalles a la hora de conservar estos archivos como nuevos son también dignos de reseñar, como esa cinta de algodón blanco para atar los legajos porque no erosiona los bordes de papel ni los mancha. Un trabajo minucioso y encomiable que merecía exponerlo al público.
Superviviente
Encima del túnel de la Alcazaba, en la parte que da al paseo de Reding, persiste un camello, la única figura que sobrevive a estas alturas de enero del conjunto formado por el trío de Reyes Magos, sus monturas y la Estrella de Oriente.