Los aficionados al cine tendrán en mente la famosa imagen de Charlton Heston, vestido como un australopiteco, galopando a caballo por una playa desierta con una mujer de acompañante.
Al final de la playa, que no se encuentra en ninguna costa turística española sino en el supuesto planeta de los Simios, le aguarda la neoyorquina Estatua de la Libertad, semienterrada en la arena y con necesidad urgente de una rehabilitación o como dicen los políticos, de una «puesta en valor». Es entonces cuando Charlton descubre que ese planeta exótico es en realidad la Tierra en un futuro próximo, cuando los monos se tomen en serio la gestión pública. Confío en que, dado que la película fue estrenada en 1968 y ha tenido varias secuelas, no haya aguado la obra a nadie por contar el final.
¿Puede alguien en nuestros días sentirse como Charlton Heston en el planeta de los Simios? Sin ir más lejos, aquí tienen al firmante de este artículo. Y no ha tenido que irse a una playa no urbanizada sino tierra adentro, esta misma semana, a un diseminado de Málaga, del que no daremos más datos, en el que se encuentra una extensa chatarrería.
Como se puede apreciar en la foto, el objeto que descansa en estas instalaciones no entra en el perfil medio de un negocio de este tipo, que suele constar de tuberías, alguna bañera, carritos de la compra, tiros de chimeneas y en el mejor de los casos, varios simcas y seat en estado de descomposición.
Pero no, lo que allí campea es un submarino auténtico. Qué hace un submarino tan tierra adentro en este rincón de Málaga es la pregunta del siglo. Iker Jiménez respondería que fueron los extraterrestes quienes lo trasladaron ahí, pero seguro que no hay que irse tan lejos. En todo caso, no deja de ser una estampa típicamente malagueña, en lo que a intensidad surrealista se refiere.
La foto del cacharro fue enviada ayer por un servidor a Javier Noriega, de la empresa Nerea Arqueología Submarina, quien señaló que se trata de un submarino casero, aparte de mostrar su sorpresa por el hallazgo.
Me envía Javier fotografías de submarinos de investigación norteamericanos de los años 70 y tienen cierto parecido con el modelo malagueño, aunque para aires similares, los que guarda con el submarino amarillo de los Beatles.
Puestos a que la imaginación siga su curso, imaginemos este gran objeto restaurado y colocado en algún patio, sala o dependencia del futuro Museo Naval de Málaga. Es una imagen onírica mucho más atractiva que la de Charlton y sus simios y puestos a soñar, ¿por qué no puede hacerse realidad?
Nombres
Si la Casita del Jardinero del Parque fue bautizada en su día el aborto de la Aduana, por su semejanza (reducida) con el palacio vecino, los malagueños de los años 20 no se quedaron cortos a la hora de ponerle mote a una parada de tranvías en la Acera de la Marina algo curvada, que fue conocida como el riñón de Benjumea, en honor a Rafael Benjumea, el ingeniero del Pantano del Chorro y por esos años, ministro de Obras Públicas.
No sabe usted, señor Alfonso, cuánto he disfrutado leyéndole hoy. Y, no sabe usted lo mucho que le agradezco que me haga reír en estos tiempos que corren. Un saludo, y gracias.