La misionera imparable y el Cementerio Inglés

11 Ene

Fue en la primavera de hace seis años, el firmante paseaba por el Cementerio Inglés de Málaga cuando se fijó en la tumba (rota) de una señora norirlandesa llamada Priscilla Livingstone Studd, fallecida en Málaga en 1929.

No fue difícil encontrar datos sobre esta admirable mujer, que contrajo matrimonio con un misionero, Charles Studd, que años antes había sido el más famoso jugador de cricket de Gran Bretaña. Junto a su marido fundó una red misionera internacional que en nuestros días se extiende por 70 países y cuenta con 2.000 misioneros anglicanos.

Nada más casarse, Priscilla convenció a su marido para regalar todas sus posesiones (Charles repartió entre las misiones una herencia de 145.000 libras) y sin nada partieron al interior de China, donde estarían diez años.

En 1900 marcharon a la India y tras seis años, Charles viajó al peligroso Congo Belga, mientras Priscilla se encargaba de extender la red misionera por la mayoría de países de habla inglesa. Volvieron a verse doce años más tarde, en 1928, en el corazón del Congo Belga, en su mayoría la finca particular del criminal rey Leopoldo. Un año más tarde, durante una visita a Málaga, fallecía de repente. Tenía 67 años.

Esta increíble historia es una de las muchas que pueden rastrearse en el Cementerio Inglés, que estos días sopesa si tendrá que cerrar a comienzos de febrero por falta de fondos. Sorprende que la pasada campaña por la capitalidad cultural de Málaga haya coincidido con la decadencia de uno de los monumentos más singulares de la ciudad, pues estamos hablando del primer cementerio protestante de toda España.

Por si esto no fuera poco, en el camposanto descansan los restos de famosos personajes de la historia de nuestro país, sin olvidar que Hans Christian Andersen lo utilizó como lugar de paseo y meditación.

Muchas circunstancias se han abatido sobre el Cementerio Inglés: el gobierno británico se desentendió de él en 1904 y por desgracia, no estuvo muy ducho cuando desestimó la oferta de la Junta de Andalucía de protección cultural. El que el cementerio no haya sido declarado BIC propició hace diez años una lamentable e intensa urbanización de los alrededores, con vecinos que casi pueden tocar las lápidas desde los balcones (el urbanismo malagueño, en su línea bárbara de casi siempre).

La situación actual es la de una disminución radical de las donaciones, lo que se traduce en que el jardinero del cementerio, encargado de mantenerlo en buenas condiciones y abierto al público toda la semana, puede perder su puesto de trabajo. El cementerio sólo abriría un par de horas los domingos.

Ahora que está a punto de empezar a trabajar la nueva Fundación Cementerio Inglés de Málaga, no estaría mal que malagueños de a pie pero sobre todo políticos y empresarios, que son los que manejan el cotarro, descubrieran esta joya olvidada y semiderruida y manifestaran su innegable amor por Málaga aportando dinero aparte de hermosas palabras. El cuento también se lo ha aplicado este firmante, que ha contribuido en la cuenta de Cajamar: 3058/ 0771/ 54/ 2720012845. Más información en www.cementerioinglesmalaga.org.

Ayudemos por la memoria de Priscilla Studd, Gerald Brenan, Margaret Grice-Hutchinson, Jorge Guillén y muchos otros que descansan en este derruido remanso de paz.

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