Desde que las viñas sustituyeron a los árboles, las trombas de agua a traición del tranquilo río Guadalmedina, en el que durante todo el año podían beber las vacas, fueron una constante.
El peligro secular que ha supuesto el cauce del río de la ciudad y de nuestros arroyos no ha servido de nada en la segunda mitad del siglo XX: un siglo en el que la alegría constructora y autoconstructora y la irresponsabilidad han ido siempre de la mano.
El arroyo de los Pilones, frontera natural entre los barrios de Pedregalejo y el Valle de los Galanes, en el Este de Málaga, sigue, a las puertas del siglo XXI, envuelto en un comportamiento irresponsable.
Desde su encauzamiento y transformación en la calle Practicante Pedro Román, un querido personaje de la zona conocido como Pedrito el practicante, la parte final del arroyo, la que desemboca en la playa, se transforma a diario en un nutrido aparcamiento.
El parking ribereño ya causó problemas con las lluvias del otoño-invierno de hace un año: se inundó todo el paseo marítimo y mucho tuvo que ver esa pelotera de coches en un sitio inadecuado.
Las consecuencias fueron tan preocupantes que el alcalde de Málaga visitó la zona y como si de una comedia de Berlanga se tratara, en el rato que duró la visita la policía no permitió que se aparcara allí pero una vez que el primer edil se fue con la música (administrativa) a otra parte, se acabó la vigilancia y todo volvió al cauce normal: vuelta al parking.
Un año más tarde la situación sigue en las mismas, como denuncia Manuel Lorente un vecino veterano con quien el firmante estuvo ayer inspeccionando la zona. Ayer por la mañana había cuatro vehículos, dos de ellos furgonetas, aparcados sin problemas, mientras en la boca del embovedamiento podía verse una maraña de hierbas de preocupante altura.
Igual de preocupante se encuentra el registro más próximo a la playa, taponado por el barro y trapos varios. Con este panorama, la inundación de las casas de la playa puede convertirse en un fenómeno cíclico que bien podría evitarse con limpieza del cauce y multas.
Centro de mayores
De paso, Manuel Lorente llama la atención sobre la situación de la calle Practicante Pedro Román, que tiene enfrente la futura biblioteca de Pedregalejo (algún día se inaugurará) y el Centro de Mayores en el edificio del veterano mercado.
Es norma no escrita en este cauce embovedado que los coches aparquen a uno y otro lado de la calle, subidos estos a la acera y bloqueando el acceso del centro de mayores. Con semejante panorama, los usuarios del centro se las desean para entrar, a no ser que conozcan los secretos del alpinismo.
El viaje
La pasada Nochevieja, un joven perjudicado por las fiestas fue gritando por la calle Larios Feliz 2004. Ignoramos si se trataba de un viaje en el tiempo o de un paseo etílico.