Si algo indigna en Marbella es que el despliegue de política merdellona y casposa que realizó el GIL, en su momento con los parabienes cazurros de algunos medios de comunicación de Málaga, ha quedado en el enjuciamiento de sus responsables pero no en la demolición de la mayoría de sus fechorías.
Parte de Marbella es ya un museo de la burricie urbanística sin que excavadora alguna haya podido con ella.
La situación en los Pinares de San Antón apuntaba maneras. El propietario ruso de una mansión que no pasará a la historia de la arquitectura, pero sí quizás a la del mal gusto, seguía la tendencia natural del Universo, que es la de expandirse.
Durante años, este ciudadano ruso no sólo fue ganando terreno a su chalé de temporada sino que hizo oídos sordos a todos los intentos del Ayuntamiento y la Justicia por demoler sus proyectos habitacionales.
En este rincón de España, como ocurre también en el Levante español, se da una preocupante concentración de desmanes urbanísticos que la Unión Europea no cesa de señalarnos.
Cierto que nuestras cultas autoridades suelen pasar tres pueblos de estas advertencias y sólo buscan ingresos para sus adeudados consistorios pero la desfachatez de la mansión rusa clamaba al cielo.
No ha sido, todo hay que decirlo, una operación relámpago (el proceso administrativo comenzó en 2002) pero lo importante es que el Ayuntamiento ha actuado y lanzado el mensaje de que no todo vale, ni siquiera en la capital de una provincia como Málaga. Felicidades.
A media luz
No está siendo el que ahora vivimos para la urbanización Cortijo de Maza de Churriana el Siglo de las Luces.
La asociación Amigos entre todos de la zona se puso en contacto con esta sección para denunciar un nuevo apagón o más bien varios, porque el pasado miércoles por la noche se fue la luz en varias ocasiones y no es la primera vez.
Los vecinos piden que Endesa-Sevillana cambie el transformador de hace 40 años mientras critican a la compañía por trasladarles que la culpa es del Ayuntamiento por permitir la construcción de demasiadas casas en esta parte de Málaga.
Aniversario
El pasado jueves 16 de diciembre se cumplían 110 años del hundimiento de la fragata Gneisenau. En esta ciudad tan olvidadiza de su pasado, este es uno de los pocos hechos que se han transmitido de generación en generación.
Aunque quedó demostrado que ningún malagueño murió en el rescate de los naúfragos prusianos (no hay constancia alguna de entierros de malagueños las fechas siguientes al hundimiento) el aura de novela de aventuras de Julio Verne hace mucho, sin olvidar la generosidad de las familias que acogieron a decenas de marineros y la de quienes se lanzaron al frío mar de diciembre y con toda seguridad, salvaron muchas vidas.
Señor Alfonso, felicidades e infelicidades, las cosas se han hecho (empezado a hacer) tarde, y no sería extraño que se hagan mal (casita del ruso).
Y, por supuesto, nunca hay que olvidar la generosidad, sino expandirla. El recuerdo de este hecho (Gneisenau) debiera conmemorarse cada año con un acto colectivo, de ciudad, para precisamente eso, fomentar la generosidad. Pero Málaga es más amigas de los actos inútiles, insustanciales, e incluso perjudiciales. Un saludo, y gracias, señor Alfonso