Los árboles siguen siendo los grandes desconocidos de Málaga, a pesar de que su huella puede durar siglos como ocurre con las alamedas, ya sin álamos, de nuestra ciudad.
Algunos ejemplares que todavía se tienen en pie son los únicos supervivientes de un pasado por completo desaparecido, como ocurre con el gran ficus de la Esplanada de la Estación, que algunos historiadores afirman que es el último ejemplar del Jardín de Aclimatación, un experimento botánico puesto en marcha en el siglo XIX por el general Abadía.
También encontramos en la entrada escoltada por palmeras de la barriada de Vistafranca el rastro de la entrada original de la finca de igual nombre, que tenía plantaciones de patatas, alcachofas y algodón y que además tuvo un tentadero porque a comienzos del siglo XX perteneció al torero malagueño Rafael Gómez Brailey.
Otra huella arborícola de pasados tiempos son los restos del jardín (con invernadero) de la fábrica de la Aurora, fundada por los Larios y rebautizado como los jardines de Picasso, cuyos ficus resisten la acción constante de los plantígrados malagueños, a los que sólo les falta inmortalizar su nombre en los troncos con un cincel (no demos ideas), pues ni de pintadas se libran estos preciosos ejemplares.
Mucha historia tienen también unos árboles que pasan muy desapercibidos. Se trata de unos eucaliptos de gran altura que hay frente a la fuente de las Gitanillas, en la esquina de la avenida de Andalucía con la glorieta de Albert Camus y que conforman el único rastro de la famosa fábrica de cervezas Victoria pues marcaban la entrada al recinto.
Y hablando de árboles con porte y pasado, hay que aplaudir la iniciativa de la Asociación de Amigos del Jardín Botánico de La Concepción, que preside el abogado Miguel Ángel Peláez, que quiere cambiar el nombre
de su próxima sede, la Casa de los Cipreses por la del magnífico árbol que hace guardia junto a la construcción y convertirla en la Casa del Almencino.
La asociación adopta además el nombre del árbol como se le conoce en Málaga, pues aunque se trata de un almez, en nuestra provincia se le llama por el fruto, el almencino, quizás porque durante generaciones estas bolitas se han utilizado como proyectil escolar. Son todos ellos árboles que reflejan la historia de Málaga, aunque a veces la ciudad dé la impresión de no caer en la cuenta de que existen y sean, mira por dónde, los primeros en caer.
El recogimiento
Un amable lector nos envía una fotografía que al único recogimiento al que invita es al de las basuras, a pesar de que se trata de una instantánea de la plaza del Obispo, pero pegada al muro palaciego descansan dos contenedores de Limasa con las fauces abiertas y apoyadas en la pared. La impresión del conjunto es bastante pobre. De las impresiones olfativas saquen ustedes sus conclusiones.