Las aventuras de un pulpo que nunca fue Paul

13 Dic

Antes de que el pulpo Paul saltara a la fama como el primer cefalópodo que le hizo la competencia a Rappel (el adivino de las cortinas y las gafas del revés), en Málaga ya disfrutamos de un animalito de la misma especie que durante unos meses fue confundido con una atracción de feria, cuando se trataba de un reclamo cultural.

Quizás recuerden a ese pulpo gigante de pega que asomaba por los naranjos de la calle Alcazabilla en el verano de 2008, cuando se organizó una interesante exposición sobre las novedades arqueológicas de esta vía.

La criatura no era ningún capricho de diseñador porque tenía un trasfondo histórico, si no malagueño, gaditano, pues Plinio El Viejo contó que por Carteia (la actual San Roque), rondaba un pulpo gigante con más mala leche que un tártaro, ya que tenía como costumbre salir por la noche en ayunas y acabar con las reservas de pescado en salazón.

Para conseguir el aperitivo, el animalito saltaba las cercas que protegían los salazones y trepaba por los árboles con la agilidad de Tarzán. Al final, su destino fue terminar a su vez de aperitivo, después de acabar con más agujeros que un instrumento de viento, a causa de varias tandas de harponazos. Cuesta imaginar a esta criatura remota, testigo de unos tiempos en los que por no haber no había ni Planes Generales de Ordenación Urbana y el mundo obedecía a mitos y emperadores, en lugar de a burdos empresarios con una buena agenda de contactos.

Este episodio del pulpo arborícola, frecuentador de las aguas gaditanas, fue el que pudimos ver en la calle Alcazabilla, con la mirada puesta en las piletas de pescado recién descubiertas. Acabada la exposición y puesto que el cefalópodo lucía unos tentáculos tan largos que casi podían competir con las nuevas líneas de metro, fue adoptado por el Aula del Mar.

Si pasan por su sede en el Muelle de Heredia y se fijan bien verán al pulpo gigante, con los tentáculos bien recogidos, agazapado en un hueco del edificio, algo descolorido pero con la misma mirada inteligente de quien ha conocido tantos siglos. La incógnita vendrá cuando el Aula del Mar se traslade al muelle del Palmeral de las Sorpresas (confiemos que sin un supermercado de alta gama en las proximidades)¿Le seguirá en esta operación el veterano pulpo?, a lo mejor lo descartan por su paulatino deterioro.

En ese caso, quizás lo mejor sea una discreta ceremonia en la que el animalito de cartón piedra sea devuelto a los mares, eso sí, previamente alimentado porque debe tener un hambre de siglos.

El pardillazo del año

Partidos políticos aparte, el pleno sobre el Estado de la Ciudad del jueves alcanzó las más altas cotas de amuermamiento soportadas hasta la fecha por el ser humano, hasta el punto de que muchos de los testigos del portento echaron de menos el clásico reloj despertador de cuerda para regresar del mundo onírico. Como los responsables del pasado pleno ofrezcan el mismo pardillazo a los malagueños en las municipales, será difícil que el electorado despierte para ir a votar.

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