Un periodista que quiera escribir a diario una columna sobre su ciudad puede adoptar muchas posturas. La más facilona de todas es concluir que Málaga es la mejor ciudad del mundo, con un clima tan incomparable como los gestores políticos que en ese momento ocupan el Ayuntamiento, la Junta y la Diputación, de ahí que esta ciudad marche a las mil maravillas y sólo haya que aplaudir todas sus iniciativas porque para eso son infalibles (y reparten la publicidad institucional).
Qué duda cabe que si uno escribiera todos los días movido por este resorte hipnótico y adulador, las crónicas saldrían mucho más amables y satisfactorias para los políticos de turno, pero uno estaría hablando de Disneylandia en lugar de Málaga.
Ningún estudio ha demostrado la relación directa entre la buena marcha de una ciudad y un periodismo complaciente, casi de claque. Las ciudades mejoran aprendiendo de los errores, con voces críticas que a veces informan de que el rey anda desnudo.
Tampoco se trata de ser todos los días un ave de mal agüero, pero nunca estará mal señalar fallos para que, en la medida de los presupuestos, estos se subsanen, siempre teniendo en cuenta que quien los señala puede estar equivocado.
Todo este preámbulo guarda conexión con las innumerables veces que el autor de esta sección ha lamentado la desaparición física de los pasos de cebra de Málaga, a los que de forma periódica y durante varios meses les suele aquejar una dolencia que los vuelve invisibles.
El Ayuntamiento suele responder que un equipo se encarga del mantenimiento de estos encebramientos en la calzada, pero aunque se tratara del equipo A, no parece que se mantengan muy en forma.
De hecho, esta especie de filoxera de los pasos de cebra autóctonos ha sido detectada en un estudio europeo en el que se les ha puesto nota a los pasos para peatones de 18 ciudades europeas.
Para bochorno de la seguridad vial patria, Málaga y Valencia, las dos únicas ciudades españolas del estudio, ocupan los dos últimos lugares. Un análisis optimista de este ránking celebraría el que la Ciudad del Paraíso superara a la del Turia.
La realidad es mucho más sangrante: nuestros pasos de cebra están entre los peor valorados de Europa y hay que hacer todo lo posible por mejorarlos porque literalmente, nos va la vida en ello.
No pueden pasar meses viendo cómo los pasos de peatones se borran de la vista y nadie acude a restaurarlos. No puede ser que en la zona más transitada de Málaga, en el paseo del Parque o en el Postigo de los Abades, se volatilicen sin que la reposición sea automática.
Confiemos es que este contundente estudio europeo nos despierte del mullido lecho de laureles y nos haga ver que en ocasiones, nuestra ciudad no es ningún referente (palabra tótem de los servicios de prensa de las administraciones de nuestra provincia) sino un mal ejemplo que hay que rectificar cuando antes.
Muchas gracias por su artículo, señor Alfonso, pero creo que, no en ocasiones, nuestra ciudad no es ningún referente, sino que, generalmente, nuestra ciudad no es referente de casi nada de lo que merece la pena y depende de nosotros -los malagueños-, al menos no para el mundo civilizado, ¿Dígame tres cosas -positivas- en las que seamos referente? Su respuesta sería de gran ayuda para mí. Un saludo y gracias nuevamente.
Que vá! Lo que pasa es que han escogido a posta dos ciudades españolas que tienen mucho salitre en el ambiente por su proximidad al mar y como hace buen tiempo en comparación con las ciudades europeas pues el uso de las calles por los peatones es mucho más intenso, con el consiguiente desgaste de la pintura en los pasos de cebra. Todo ello viene empeorado con la actual situación de crisis que nos hace arrastrar los pies más de la cuenta.